La música que sonaba en el bar no la conocía y todo olía a una mezcla de tabaco con aromatizante de ambientes. La mujer que se pegaba a su cuerpo tenía dos enormes pechos y cabello rubio ondulado que le caía por la espalda.
Touya nunca había sido un buen bailarín pero en los bares bastaba con que se pegará suficiente al cuerpo de una mujer como para que se le llamara "bailar". Mientras se pegaba a el cuerpo de esas mujeres, iba pasando sus manos por sus cinturas y traseros. Podía sentirse exitado en ese momento pero ahora no sentía nada y eso que la rubia en verdad le estaba restregando sus senos en la cara.
Como no estaba sintiendo nada, procedió a agarrarla de la cintura y llevarla a una pared del bar, alejada de las miradas y el olor. Puso a la mujer contra la pared y se le pegó, comenzó a besarla y ella lo tocaba, metía sus manos bajo su ropa buscando hacer que se exite pero sin éxito.
Tenía labios suaves con un sabor a whisky y soda. También olía a una fragancia de vainilla.
El albino había estado con pocas mujeres en su vida pero siempre se había sentido concentrado en lo que quería hacer. Y nunca pasó que con alguna no hubiera reaccionado. Pero ahora no era así, termino de besarse con la rubia y la observó, en la oscuridad no había podido distinguirlo pero tenía ojos cafés y un rostro redondo, lo que le daba un toque de inocencia y dulzura.
Debían tener la misma edad. Tal vez. Nunca fue bueno para adivinar la edad de otros.
Ella le susurro algo al oído pero el albino solo pudo imaginar que hacia menos de veinticuatros había estado también así de cerca de otra persona. De un adolescente que tenía el ceño fruncido junto con el rostro ruborizado y unos ojos rojos que le veían de manera amenazante. Lo había tenido cerca, no tan cerca como a aquella mujer, pero sí lo suficiente como para recordar lo delgado de su cintura y lo duras que eran sus abdominales bajo sus dedos.
Touya se lamió el labio superior al imaginar a Katsuki en el lugar de esa mujer y entonces, sí, logro excitarse y bastante. Al imaginar que lo tenía de nuevo cerca, que estaba pegado a su cuerpo musculoso y cálido, sus labios rosados a la vista esperando por él. Su cuello vulnerable, la ropa negra apretada que usaba dejarían a la vista sus enormes pectorales que podrían ser más grandes que los senos de la mujer rubia.
Esa imagen fantasiosa suya en su mente fue suficiente prueba de que acababa de perder el último tornillo que quedaba en su cabeza.
Besó otra vez a la rubia buscando olvidar al cenizo y continuaron en lo suyo. Pero no logró ir más lejos. El albino sentía que si se quedaba solo con ella en una habitación y entraba en razón —es decir, se daba cuenta que no era el cenizo con quién estaba— toda su exitacion se iría al carajo. Así que, se separó de ella y se alejó rumbo a la puerta de salida del bar. Ella pareció gritarle algo pero le ignoro.
Al menos, a la rubia no le importó tanto su besuqueo y toqueteo como para ir detrás de él. Volvió con sus amigas a bailar.
Mientras tanto, Touya salió a la calle. Estaba en un bar que solía frecuentar de adolescente y le traía varios recuerdos. No le gustaba la música alta, el olor y estar pegado al lado de otros. Si iba a esos lugares era porque pensaba en acostarse con una mujer y eso porque estaba aburrido de su propia monótona vida de venganza. El sexo lo relajaba y le gustaba hacerlo cuando tenía ganas.
Pero ahora no quería tener sexo para relajarse o porque lo disfrutará. Sino que necesitaba tener sexo para asegurarse que nada estuviera mal con él.
Porque tenía que haber algo mal con él y sus sentimientos hacia Katsuki. No podía creer que se estuviera exitando por el cenizo, ¿acaso era un idiota? ¿qué mierda le pasaba?
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Mí Héroe [DabiBaku]
Hayran KurguFue un breve momento, una imagen que se superponía sobre lo que estaba viendo y la pregunta salió sola de sus labios. En aquel bar de mala muerte, Bakugou no sintió miedo, porque cuando vio los ojos azules de aquel villano, supo que había una razón...