。.゚+→¿Crees que los deseos se hacen realidad?
Estos tres chicos pidieron un deseo a las 11:11, con la esperanza de que se hiciera realidad, sin saber que realmente ocurriría.
Pero, ¿reconocerán cuando su deseo se haya cumplido?
+| Capítulos cortos...
—¿No se les ha ocurrido hablar con él?—Preguntó Uraraka, mirando con curiosidad a su amigo.
Después de esas largas semanas, tanto Bakugo como Midoriya se notaban algo decaídos, aunque lo demostraban cuando estaban solos o con sus amigos cercanos. Para Uraraka, el hecho de que hayan terminado su relación con el bicolor era algo triste, pues sabía lo mucho que le gustaba a su amigo de pecas el bicolor.
—Nos ha estado evitando todo este tiempo, Kacchan me dijo que ni siquiera ha ido a los entrenamientos. Tal vez su padre le prohibió hablar con nosotros o algo por el estilo.—Respondió con un suspiro Midoriya mientras revolvía sus cabellos verdes con frustración. Siempre que intentaban acercarse a Todoroki, él prácticamente salía huyendo, resguardándose con la azabache.
—Pero te ves tan miserable y deprimente, que hasta a mí me haces sentir mal.—Comentó Uraraka, frunciendo el ceño.
—¿Crees que no lo sé?—Dijo el de pecas mientras se sentaba.—Quizás deberíamos intentar hablar con alguien que pueda saber lo que está pasando, aunque no tenemos muchas opciones. Tal vez sus hermanos no quieran hablar con nosotros después de todo lo ocurrido.
Uraraka asintió pensativa.—¿Y si hablan con Yaoyorozu?—Preguntó con una sonrisa.—Ella es la mejor amiga de Todoroki, debe saber cómo se encuentra.
—Es una buena idea.—Admitió Midoriya, levantándose con un renovado ánimo.— Le diré a Kacchan e iremos a hablar con ella.
—Yo puedo decirle que hable con ustedes, para que no se vea tan sospechoso.—Sugirió, ganándose una gran sonrisa de su mejor amigo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mientras Yaoyorozu caminaba hacia el gimnasio, se preguntaba a sí misma por qué había aceptado hablar con ese par. Ella no quería ser de esas amigas chismosas, pero la terquedad de Shoto pudo más que su moral. Aunque también tenía la opción de mentirles que todo estaba bien y que sí los estaba evitando para que ellos superaran al bicolor, su mejor amigo se estaba yendo a la miseria solo. Tal vez solo necesitaba un empujoncito para que su vida volviera a la normalidad.
Cuando divisó una cabellera rubia y una peliverde, se dio cuenta de que no habría marcha atrás.
—Buenas tardes, Bakugo-san, Midoriya-san —saludó por mera formalidad.
—Buenas tardes, Yaoyorozu —respondió el más bajo con una leve sonrisa.
—Bueno, vayamos directo al grano. —Se acercó y se sentó en una de las gradas algo alejada de los chicos—. ¿Qué es lo que quieren?
Hubo un momento de silencio, ya que ninguno de los dos esperaba que fuera tan directa.
—¿Cómo se encuentra él?
Los ojos oscuros de la chica se dirigieron a Bakugo.
—Él está bien, podría estar peor.—mitad mentira, mitad verdad. Tampoco quería ser muy sincera con ellos.
Bakugo frunció el ceño, no convencido por la respuesta, y Midoriya asintió, su expresión mostrando duda. Por el contrario, ella les dio una larga mirada, debatiéndose internamente si decirles la verdad o no.
Yaoyorozu suspiró, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. No quería traicionar la confianza de Shoto, pero tampoco podía evitar sentir que podría hacer algo para que ellos pudieran estar juntos de nuevo.
—Él necesita tiempo —dijo finalmente—. Tiempo para procesar lo que está pasando, lo que ustedes hicieron específicamente. Sé que lo hicieron por su bien, o eso quiero creer, pero no se pusieron a pensar en cómo le afectaría o si estaba de acuerdo. Estuvo dispuesto a estar en contra de su padre por ustedes, y para colmo lo terminaron por mensaje, ¿es en serio? ¿Quién hace eso? —En su voz se podía notar cierta molestia.
Midoriya bajó la cabeza, avergonzado.
—No sabíamos qué más hacer.—Admitió en voz baja—. Pensamos que era lo mejor en ese momento.
Bakugo, sin embargo, mantuvo su expresión seria.—Lo que sea, no importa ahora. Queremos arreglarlo.
Yaoyorozu los miró con una mezcla de frustración.—Si realmente quieren remediar las cosas, empiecen por hablar con él directamente. Hay otra razón por la que no les dijo la verdad, pero no soy quien para revelar algo tan íntimo que él me confió. Además, deben disculparse sinceramente, al menos será un comienzo.
Bakugo y Midorya solo se miraron unos breves momentos, antes de agradecerle a Yaoyorozu por su tiempo.