Deseo amado || TodoBakuDeku

37.

“Pérdido”

Un cierto bicolor recorría las calles de Tokio con rapidez, buscando lugares iluminados y concurridos. Maldijo a su hermano mayor, Touya, por haberlo perdido, aunque reconocía su propia responsabilidad por confiar en él y no saber las calles del lugar donde vive hace diecisiete años. Para empeorar las cosas, había olvidado su teléfono cargando en casa. Suspiró con pesadez al darse cuenta de que ya era tarde.

Inicialmente confiado en la insistencia de su hermano de que confiara en él para hacer juntos la tarea que Fuyumi les había pedido, que era ir a la papelería por algunos materiales que seguramente usaría para sus alumnos, en algún momento se encontró sin la presencia del azabache, trató de buscarlo sin éxito. Al principio se quedó en un lugar concurrido para que pudiera verlo, pero después de mucho tiempo decidió regresar a casa. Al darse cuenta de que no conocía el camino de vuelta, suspiró nuevamente, deseando simplemente teletransportase a su hogar y descansar, ya que tenía los pies ya doloridos por el largo camino.

No estaba acostumbrado a observar las calles a su alrededor, ya que siempre lo iban a buscar en auto o solía dejarse guiar por sus hermanos o alguno de sus novios. Un error de su parte.

Reconociendo algunas calles familiares a medida que avanzaba, aceleró el paso, intentando recordar cómo llegar a casa hasta que vislumbró su propia vivienda y corrió hacia ella. Cuando estuvo a punto de llegar a la esquina, un brazo lo jaló, causándole un gran susto.

Al darse cuenta de quién lo detenía, sintió alivio y se dejó envolver por los brazos de su amado.

—¿Dónde carajos estabas? Nos tenías preocupados.—Dijo Bakugo casi en un murmullo, sin soltarlo del abrazo.

De repente, sintió un abrazo por detrás, acompañado de sollozos, suponiendo que eran provenientes de Midoriya. Su corazón se apretó un poco al pensar en cómo los había preocupado de esa manera.

—Lo siento mucho, tengo un hermano mayor idiota.—Soltó una risita mientras enterraba su rostro en el cuello del rubio y abrazaba a Izuku con más fuerza, sintiéndose en casa con ellos.