Soy hijo único. Es decir, me críe solo la mayor parte del tiempo. Todo mi día era aburrido hasta que me juntaba con Bruno o Liv. Pero eso cambió. Porque de un día para el otro no los tuve más. Esa alegría que tenía desapareció y quedó perdida en mis recuerdos.
A mis siete años mi papá nos llevó a mi mamá y a mí a España sin ninguna explicación. Yo era chico y no entendía mucho. Pero al pasar unos meses me di cuenta que no íbamos a volver. Me di cuenta que nunca iba a estar entero otra vez, porque una parte de mí la iba a tener siempre ella.
Años después, cuando tenía trece, mi mamá falleció. Tenía leucemia. Nunca se quiso tratar. Nunca la entendí. Se me hace muy difícil no tenerla más. Cuando nos mudamos, ella era mi única alegría, la única capaz de sacarme una sonrisa.
Por el contrario, con mi papá nunca tuve buena relación. Nunca me quiso tener. No me paraba de repetir que fui un error. El peor error de su vida. Y la hacía pagar a mi mamá por eso. Tal vez por eso ella se quiso ir. Sin siquiera luchar.
Cuando mi mamá murió, todo se volvió peor. Mi papá cayó en las drogas y empezó a ser peor para mí. Lo que antes le hacía a mamá, ahora lo recibía yo.
Hace unos meses decidió volver a Argentina. Consiguió un nuevo trabajo y quiso rehacer su vida otra vez, de nuevo no le importó lo que yo quisiera. Me tuve que alejar de la vida que había construido, de los vínculos que había formado. Cuando estábamos volviendo, en el avión, lo único que me dijo fue 《No te acerques a la familia Davis》. Pero esta vez iba a ser diferente, me iba a dejar de manejar en base a sus necesidades. Necesitaba volver a ser yo.
Estaba en la casa de Bruno. Nos queríamos poner al día, así que cuando salí del colegio me fui directo a su casa.
- ¿No te levantaste a ninguna española? -niego- No te creo. Es imposible que con la facha que tenés no te hayas agarrado a ninguna.
- Nunca dije eso. Estuve con alguna que otra, pero nada serio. No sé, simplemente no lograba enamorarme -me encogí de hombros.
- Tal vez no eran las indicadas. Ya va a llegar hermano -me da una palmada- todo llega.
- ¿Y vos? -dije interesado en el tema- ¿Estuviste con alguien?
- Sí. Pero me dejó. El año pasado terminó todo. Pensé que iba a estar con ella para siempre, pero al parecer no “funcionábamos”, como dijo ella -río- no te rías boludo, te estoy hablando en serio.
La veo entrar. Cada vez que la veo me siento de nuevo ese nene que alguna vez vio esa sonrisa como su lugar seguro. No deje de pensar en ella ni un día.
- Hola -dijo con un tono enérgico.
- Hola -respondió Bruno, yo solo sonreí- ¿Dónde estabas?
- Fui con Nina a la plaza, después del colegio.
- Doy fe a eso. Las vi salir juntas. -dije para romper el hielo y ella sonrío.
- Me voy a cambiar. Hoy salgo.
- Es lunes Liv -dijo Bruno, en un tono cuida.
- ¿Y? -se encogió de hombros y subió las escaleras.
- ¿Vos vas también? -asiento- ¿A dónde van?
- Es una fiesta en la casa de Hera, una chica del curso.
Hera era una chica morocha. Con el pelo tan oscuro que contrastaba con el mío. Era buena onda y fue una de las pocas que me integró. Así que yo iba a ir a esa fiesta. Necesitaba volver a la vida que tenía.
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Volver a Encontrarte
Teen FictionAsí, como hace diez años, hoy, más que nunca, prometo volver a encontrarte.