8. THIAGO

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  El llanto. Su llanto. Era de una persona con el corazón roto, destruida por dentro. Y yo no sabía que era lo que le pasaba. No podía verla así. Se me cruzaron mil cosas por la cabeza, pero no se me ocurría que le podía estar pasando.
  Recuerdo una vez que vino llorando a mis brazos porque se había peleado con Apolo. Ella, con tan solo 5 años, me dijo que mis abrazos le generaban calma. Me acuerdo que me sonrojé.
  Este llanto era muy distinto. Ella no podía más. Necesitaba sacar todo para fuera, pero no podía. En ese abrazo, la sentí romperse.
- Liv. Por favor decime lo que te pasó, odio verte así. -esconde su cabeza en mi pecho- Déjame verte por lo menos.
  Se separa de mí. Me mira. Dicen que los ojos son el reflejo del alma. Y sus ojos. Su mirada. Estaba apagada. Ella estaba apagada, oscura.
  Pongo mi mano sobre su mandíbula y hace una mueca de dolor.
- Perdón. No me digas que te pasó, pero necesito saber si estás bien. Si puedo hacer algo por vos.
- Que estés acá. Conmigo. Ya es un montón, en serio. Gracias. -pone su mano sobre la mía, en su mandíbula.
- Es horrible verte así y no poder hacer nada. Me hubiera encantado acompañarte en lo que sea que estés pasando.
- No pasa nada, Evans.
- Bueno, Davis. -digo imitándola- Espero que sepas que cualquier cosa yo estoy acá, pase lo que pase. No me voy a ir. No otra vez. -sonríe un poco- Me encanta tu sonrisa, tendrías que mostrarla más seguido.
  Sonríe y apoya su cabeza en mi hombro. Nos quedamos ahí. En silencio. Un silencio que no era incómodo. Al contrario, me sentí tranquilo. Me sentí otra vez en casa.
  Habremos estado ahí media hora hasta que Lucas salió y se nos acercó.
- ¿Están bien? -ambos asentimos, con una sonrisa tranquila. Estábamos bien- ¿Qué hacen acá?
- Queríamos tomar un poco de aire -digo y Liv levanta su cabeza de mi hombro.
- ¿Qué te pasó? -le dice Lucas a Liv, acercando su mano a la mandíbula de ella, con miedo.
- Nada importante. -me mira- Estoy bien. -me sonríe. Segura.
  Nos levantamos. Había dejado de llover. Liv dijo que no quería volver a su casa. No quería que la vean así. Lucas le dijo de llevarla a la suya.
- ¿Seguro que no querés que te alcance? -dijo Lucas.
- No. Tranquilo. Tengo el auto a una cuadra.
- Gracias -dice Liv y sonríe.
- Sabes que estoy para lo que necesites -me acerco a ella y le doy un beso en la nariz. Como antes. Como siempre- Nos vemos mañana. -le agarro la mano a Lucas, en forma de saludo, y me voy.
  Era mentira que tenía el auto. Ni siquiera tenía uno. Pero quería ir caminando solo. A la luz de la luna. Estaba llena. Mágica.
  Me encendí un cigarro y caminé hasta mi casa por el suelo húmedo y con una sonrisa de oreja a oreja pensando en ella.

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