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Capítulo 15

"Cesare, todavía recuerdo el momento en que te vi por primera vez en la portada de la revista OO.

Tus profundos ojos azules, casi como si miraran a través del núcleo de mi alma, eran tan fríos que casi se me paró el corazón.

Estoy seguro de que algún día te convertirás en una superestrella.

Quiero escribir más, pero esto es todo lo que se me ocurre.

Gracias por haber nacido."

En cuanto lo leyó, Cesare no pudo ocultar su sonrisa burlona. El nivel de escritura era exactamente igual al de un estudiante de primaria. Pero incluso mientras reía, la mirada de Cesare permaneció fija en la última línea, incapaz de moverse.

"Gracias por haber nacido."

Tales palabras, no de un padre o amante, sino agradeciéndole su nacimiento, eran algo que nunca había escuchado antes, ni siquiera de su propio padre.

Así, su estado de ánimo cayó en picada al peor estado posible en un instante.

Irónicamente, aquella línea de la carta le recordó una vez más la realidad de quedarse solo en aquella gran casa. Disgustado, Cesare acabó tirando la carta de Zahir al suelo.


* * *


No se sabe cuándo empezó, pero el sonido de las olas se fue infiltrando poco a poco en los oídos de Cesare, sacándole suavemente de su sueño, una sensación que no se siente cuando te despierta una alarma, sobresaltandote.

Antes de abrir los ojos, una sensación incómoda en la punta de sus dedos llamó su atención. Reaccionando inconscientemente, Cesare sintió que la sensación se tensaba a su alrededor y abrió los ojos al instante.

¡Pum!

De repente, un fuerte ruido resonó en el interior de la casa de Cesare. Era porque, al despertarse y sentarse, Cesare había empujado a un lado a la descarada figura que le había agarrado la mano. Por desgracia, aún aturdido por el sueño, Cesare también rodó bajo la cama.

Lo más lamentable fue que Zahir acabó atrapado bajo Cesare Caruso.

—Uh... ¿Cesare?

Oír el gemido de Zahir devolvió a Cesare a la realidad. Sólo entonces se fijó en el hombro de Zahir inmovilizado bajo su firme antebrazo, con las piernas enredadas. Parecía que Zahir había amortiguado su caída de la cama.

Al ver la desaliñada figura de pelo negro bajo él, los ojos azules de Cesare vacilaron. Arrugó ligeramente el entrecejo y agarró con firmeza por debajo de la barbilla de Zahir; no se ahogó, pero la
amenaza era clara.

—¿Qué haces aquí? —dijo Cesare con la voz llena de disgusto.

Incapaz de girar la cabeza, atrapado en los dedos de Cesare, Zahir esbozó una sonrisa tímida y buscó una excusa:

—Estaba preocupado... Estabas durmiendo demasiado.

Al oírlo, Cesare se volvió para mirar por la ventana. Efectivamente, había mucha más luz que antes de dormirse. Al notar que la aguja que tenía clavada en el brazo había desaparecido, Milvia debió de marcharse, lo que indicaba que había dormido profundamente.

Tuvo un sueño inquietante, recordando vívidamente el contenido de una carta que Zahir le había dado una vez. Desde que Zahir apareció de nuevo en su vida, todo se ha convertido en un completo desastre.

Etapa Crítica (ABO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora