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Capítulo 08

Era Zahir, desenfrenado. Las feromonas eran mucho más fuertes que el breve olorcillo que había percibido en el crucero. La ola opresiva prácticamente aplastó a Cesare, tanto mental como físicamente, haciéndole casi imposible respirar correctamente. Y en medio de aquella avalancha de feromonas intensas, Cesare se mordió el labio con los puños apretados.

Zahir, simplemente de pie y emanando aquellas intensas feromonas, lo estaba asfixiando. Cesare, desesperado por tomar aire, respiró hondo; sin embargo, resultó ser un grave error. Pues en lugar de ofrecerle alivio, las fuertes feromonas de un Alfa dominante se infiltraron en sus pulmones, privándole de su sentidos.

Incluso sin mantener relaciones sexuales, el simple hecho de estar frente a él hizo que Cesare se sintiera como si le asaltara un violento aluvión de feromonas. Entonces su rostro empezó a sonrojarse y sus manos apretadas empezaron a temblar.

Al ver su reacción, Zahir sonrió tranquilamente. Se acercó a Cesare y le preguntó:

—¿Qué te parece, mi precioso Omega?

Cesare no podía responder. Sus grandes ojos temblaban frenéticamente, mostrando que estaba utilizando todos sus poderes para aferrarse a duras penas a su cordura. Era evidente que estar expuesto a este infernal bombardeo de feromonas durante sólo unos pocos minutos más causaría que Cesare literalmente perdiera la cabeza.

Pero, por suerte o por desgracia, después de probar su punto de vista, Zahir se contuvo. Y continuó despreocupado, como si nada hubiera pasado.

—Sabes tan bien como yo, Cesare, que sólo el Omega que ha sido impreso puede detectar las feromonas de un Alfa después de la impresión.

—Zahir...

La clara angustia de Cesare llamó la atención del secretario, quien se acercó con un tono severo e incluso enojado.

—El príncipe ya no puede considerar cualquier otro Omega. Este también es un acontecimiento importante para nuestra familia real de Kazar.

— ...

—Mire, 2.000 millones de dólares deberían considerarse una cantidad insignificante teniendo en cuenta el gran esquema de las
cosas.

Apenas recuperando el aliento, Cesare cerró los ojos.

Zahir al-Tamid, el Primer Príncipe de la Familia Real Kazar, estaba obligado por deber a procrear y asegurar el nacimiento de un heredero. Pero a pesar de encontrarlo desagradable, Cesare reconoció que las palabras del secretario eran ciertas.

Cesare inconscientemente se tocó el estómago y luego apretó el puño. ¿Qué pasaría si declarara que estaba esperando un hijo de Zahir aquí y ahora? Mejor no pensar en ello. Esquivar esta crisis inmediata era lo único que podía hacer.

—El problema es...

Cesare consiguió escupir, mientras respiraba profundamente. Su pausa hizo que Zahir, su secretario e incluso Rizzo, desconcertados por la absurda situación, centraran toda su atención en él.

—En serio, no es que tenga la ridícula cantidad de 2.000 millones de dólares tirados por ahí, ¿sabes?

Cuando Cesare terminó de hablar, Zahir, aparentemente más relajado, esbozó una media sonrisa y volvió a sentarse en el sofá. Ojeó despreocupadamente los documentos que le había tendido su secretario y respondió brevemente:

—Lo sé.

—Entonces, debes tener una buena razón para decirme todo esto.

Ante la pregunta de Cesare, Zahir asintió con la cabeza, sus largos ojos se arrugaron con una sonrisa de satisfacción mientras miraba al Omega.

Etapa Crítica (ABO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora