Capítulo 17
Tras la desaparición de su padre, Cesare también se planteó brevemente abandonar esta casa. Pero le tenía demasiado cariño. Pues el hecho de que nunca estuviera en silencio era lo que encontraba más satisfactorio.
Le encantaba cómo el sonido de las olas o de la lluvia llenaba el espacio incluso cuando se quedaba en silencio. Así que no podía soportar separarse de ella.
Pero en los últimos días, Cesare se dio cuenta nuevamente de que tal lujo era también una carga cuando su mente estaba abarrotada.
Ya que cuando cayó la tarde y desapareció todo rastro del atardecer, Cesare recostó la cabeza en la almohada y poco a poco empezó a sentir sonidos del exterior.
Parecía estar lloviendo. El sonido de las gotas de agua lluvia golpeando la ventana no cesaban. Y le resultaba imposible continuar con sus pensamientos. Su mente estaba plagada de cuestiones complejas, y cada vez que intentaba profundizar en alguna de ellas, varios ruidos le interrumpían.
Pero no, eso era sólo una excusa.
Después de dar vueltas en la cama, tratando desesperadamente de conciliar el sueño, Cesare acabó por sentarse y agarrar su teléfono, el cual no había mirado desde la llegada de Zahir.
Había miles de llamadas perdidas y mensajes. Entre ellos había mensajes de personas desconocidas que, de algún modo, habían conseguido su número.
Sin embargo, fueron especialmente persistentes los mensajes de un periodista.
[Quería preguntar sobre su relación con el príncipe Zahir.]
[Si permite una visita, podemos mantenerla en secreto todo el tiempo que desee, sólo para hacer posible la entrevista.]
[Póngase en contacto con nosotros si está interesado.]
¿Un embargo, tal como deseo? Como si fuera a caer en eso.
Al menos no se había filtrado su número de teléfono personal, lo cual era un alivio, pero todas aquellas llamadas y mensajes no eran más que una molestia para Cesare.
Cesare revisó la lista de llamadas incesantes. Miró brevemente los mensajes de su jefe y apagó el teléfono del trabajo. Luego agarró su teléfono personal y abrió la aplicación que conectaba con el circuito cerrado de televisión de la casa.
No era que pretendiera espiar a nadie en la casa. Si pensaba que necesitaba tiempo, o si estaba asustado, Cesare no estaba seguro, pero aquel bastardo le había estado evitando deliberadamente durante los últimos días.
Desde el primer día no se había dado cuenta de que lo evitaba. Cesare simplemente pensó que era porque no había salido de su habitación, por lo que tampoco le había visto. Pero no era así.
Después de todo, ambos necesitaban comer. Aunque a Cesare le era indiferente el bienestar del inesperado huésped, hace unos días, mientras rebuscaba en la nevera, tropezó accidentalmente con Zahir.
Su reacción fue mirarse fijamente sin decir una palabra.
Pronto, Zahir no pudo soportar la mirada de Cesare y giró la cabeza hacia otro lado, entonces abrió los labios y sus siguientes palabras fluyeron careciendo de convicción:
—Había muchos artículos caducados. Los tiré y rebastecí.
—¿Hiciste qué?
—Mi secretario lo hizo. Hay demasiados paparazzis afuera... es difícil para mí salir...
Cesare ignoraba si Zahir se había dado cuenta de que su voz había temblado ligeramente o de que su rostro se había enrojecido de calor al apartar la mirada. No obstante, tras una breve conversación, Zahir se escabulló hacia el interior de la casa como si huyera.

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Etapa Crítica (ABO)
PoesiaEl galán internacional Cesare Caruso esconde un secreto: es un Omega dominante. Un día, su calor lo golpea inesperadamente en un baile de máscaras y se ve arrastrado a un apasionado encuentro con un misterioso Alfa. Cesare se consuela al saber que l...