09

101 15 10
                                    

Capítulo 09

Pero entonces Zahir se levantó del sofá con voz enojada.

—¡Dijiste que no tenías esa cantidad de dinero!

Su tono era casi como si deseara que Cesare estuviera arruinado. Entre tanto, Cesare desconcertado por el matiz de su tono, replicó bruscamente: —No, sólo pensé que tendría que sacar cuentas. Sólo pensaba en activos líquidos.

—Aun así, Cesare, mi hijo sólo puede nacer de ti ahora.

«Sí, y de hecho, hay un niño dentro de mí.»

Aquel hecho revivió una vez más en la mente de Cesare frente al observador de Zahir. Por lo que también se dio cuenta de que su mente se encontraba muy inestable en ese momento.

Desde la concepción, pasando por la impronta, hasta el matrimonio...

De los tres temas que le lanzaron de repente, aún no tenía voluntad de resolver ninguno. Estaba, por supuesto, reconociendo prioridades. El tema más serio era la concepción, es decir, el niño que llevaba en su vientre.

El responsable de su embarazo estaba ante él. Sin embargo, Cesare no se sentía en absoluto preparado para la inminente paternidad. En ese momento, parecía como si un desastre se desmoronara ante sus ojos. Por lo que se esforzó por determinar sus próximos pasos.

Cesare miró a Rizzo, quien se mordía nerviosamente las uñas a su lado, y murmuraba algo en su teléfono. Por suerte, no parecía que estuvieran en una situación en la que Rizzo tuviera que entablar una discusión innecesaria con Zahir. Y conociendo a Rizzo como lo conocía, Cesare supuso que no abriría la boca hasta que llegara su abogado.

Cesare bebió un sorbo de agua para calmarse un poco. Una vez organizados sus pensamientos, miró directamente a Zahir. Estaba nervioso, pero pensaba desenredarlo todo poco a poco, paso a paso. Para ello, primero tenía que comprender las verdaderas intenciones de Zahir adecuadamente.

—Entonces... ¿quieres un niño? —preguntó.

Zahir dudó ante la pregunta, pero pronto asintió. —No puedo permitir que nuestro linaje real termine. Parece que no te das cuenta de lo importante que es, sin embargo todos mis hermanos son hembras, y son betas.

—Ya veo.

—¿Eso es todo? ¿Ya veo?

Cesare frunció las cejas, frustrado, mientras miraba a Zahir, quien persistía en su insistencia. Últimamente, su estado de salud era grave, por lo que toleraba aún menos la impaciencia de su interlocutor.

—Tus dilemas reales no me interesan. El matrimonio nunca ha estado en mis planes, y menos con alguien de tu calaña. —replicó Cesare con la voz teñida de un tono aún más áspero.

—Cesare.

—No estamos exactamente en buenos términos teniendo en cuenta nuestra historia pasada, ¿verdad?

— ...

El rostro de Zahir perdió la compostura en respuesta al sarcasmo de Cesare, acabando por silenciar al bocazas.

Cesare, al darse cuenta de que el secretario observaba cautelosamente a Zahir, se reclinó en su pequeña silla, esperando la siguiente reacción de Zahir.

Zahir parpadeó lentamente, aparentemente perdido en sus pensamientos. Podría haber estado recordando los viejos tiempos, como la vez que había llorado gruesas lágrimas ante Cesare. Pero pronto, con la cabeza gacha, habló en un tono sorprendentemente firme:

—Está bien, admito que esta situación también es muy repentina para mí. Así que tengo una propuesta.

—¿Qué tontería vas a soltar ahora?

Etapa Crítica (ABO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora