Frustracion

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**Capítulo Veinticinco: La Frustración de Ninvarty**

A pesar de sus esfuerzos, la meditación no estaba brindando los resultados que Ninvarty esperaba. Cada sesión que intentaba se convertía en una lucha interna, con su mente divagando y las sombras siempre presentes, burlándose de su progreso.

Una noche, tras varias semanas de prácticas infructuosas, se sentó en su habitación, rodeada de velas que apenas iluminaban la penumbra. Con las manos sobre las rodillas y los ojos cerrados, intentó concentrarse una vez más. Pero en lugar de paz, la ansiedad comenzó a apoderarse de ella.

—¿Por qué no funciona? —se preguntó, frustrada, mientras las imágenes de sus pesadillas regresaban, más intensas que nunca.

Desesperada, abrió los ojos y miró al espejo. La imagen reflejada no mostraba la determinación que había sentido en su sueño con su bisabuela, sino una joven cansada y perdida. El nudo en su estómago se intensificó, y las lágrimas comenzaron a brotar.

—No puedo seguir así —susurró, sintiéndose impotente.

Decidida a encontrar respuestas, se vistió y salió de casa, buscando un lugar donde pudiera despejar su mente. Caminó hacia el parque, donde la brisa fresca la envolvió, intentando encontrar algo de claridad.

Mientras caminaba, recordó las palabras del padre Miguel sobre enfrentar sus miedos. Quizás no era suficiente con simplemente meditar; tal vez necesitaba un enfoque diferente. Al llegar al parque, se sentó en un banco y observó a las personas a su alrededor, notando cómo parecían tan ajenas a sus luchas.

Fue entonces cuando vio a un grupo de jóvenes practicando artes marciales en una esquina. La disciplina, la fuerza y el enfoque que demostraban resonaron en ella. Tal vez, pensó, podía encontrar la fortaleza a través de un camino más físico.

Con renovada determinación, se acercó al grupo y les preguntó sobre sus clases. Un instructor la miró con curiosidad y le sonrió. —Claro, siempre es bueno que más personas se unan. Aquí no solo se trata de fuerza física, sino también de fortaleza mental.

Esa tarde, se unió a ellos, sintiendo cómo la energía comenzaba a fluir a través de su cuerpo. Cada golpe, cada movimiento, era una forma de liberar la tensión acumulada y enfrentar sus miedos. La práctica se convirtió en una meditación en acción, y, por primera vez en mucho tiempo, sintió que tenía el control.

Mientras sudaba y se esforzaba, las sombras parecían desvanecerse, al menos momentáneamente. Ninvarty comprendió que debía encontrar su propio camino, uno que combinara el enfoque físico con el espiritual. No podía seguir atrapada en un ciclo de meditación que no la ayudaba.

Esa noche, al regresar a casa, se sintió más fuerte. Aunque aún había mucho por hacer, sabía que había tomado un paso crucial hacia la superación. La lucha no terminaría de inmediato, pero estaba lista para enfrentarse a sus sombras de una manera nueva, con la confianza que había encontrado en el movimiento y la disciplina.

"El Legado de Luz: La Historia de Ninvarty" [HISTORIA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora