"El Legado de Luz: La Historia de Ninvarty" [HISTORIA COMPLETA]

Un sueño distorcionado

**Capítulo Veinte: Un Sueño Distorsionado**

Esa noche, después de su conversación con el padre Miguel, Ninvarty se sumergió en un sueño inquieto. A pesar de su agotamiento, su mente seguía agitada, y pronto se encontró en un paisaje surrealista, donde la realidad parecía desdibujarse.

Estaba en el bosque nuevamente, pero esta vez, los árboles eran más altos y retorcidos, como si estuvieran vivos. Las sombras danzaban entre las ramas, susurrando secretos que Ninvarty no podía entender. El aire estaba cargado de una energía extraña que la mantenía alerta.

Al avanzar, comenzó a notar figuras distorsionadas emergiendo de la oscuridad. Eran rostros familiares: compañeros de clase, amigos, incluso su familia, pero todos parecían alterados, como si algo los hubiera corrompido. Sus ojos reflejaban temor y desesperación.

—Ninvarty, ayúdanos —gritó uno de sus compañeros, su voz un eco desgarrador.

—¿Qué está pasando? —preguntó Ninvarty, sintiendo el pánico apoderarse de ella.

Las sombras se acercaron, y los rostros comenzaron a transformarse en figuras aterradoras, riéndose de ella. La risa resonaba como un eco de su propia culpa, y cada sonido la hacía sentir más pequeña.

—Has abierto la puerta, Ninvarty. Ahora todos sufrimos por tu curiosidad —dijo una figura oscura, su voz rasposa y burlona.

Ninvarty se sintió atrapada, retrocediendo mientras las sombras la rodeaban. Intentó recordar las palabras del padre Miguel, pero su mente estaba nublada. Las figuras distorsionadas se acercaban cada vez más, llenándola de una desesperación abrumadora.

De repente, una luz brillante atravesó la oscuridad, y Ninvarty se encontró frente a Alessia. Sin embargo, la expresión de Alessia era de dolor y decepción.

—¿Por qué no me escuchaste? —preguntó, su voz quebrándose—. Tenías que detenerlo.

Las sombras comenzaron a retorcerse, y Ninvarty sintió que todo se desmoronaba a su alrededor. En un instante, la luz se desvaneció, y se encontró sola en la penumbra, gritando su propio nombre, pero su voz se perdió en el vacío.

Despertó de golpe, empapada en sudor y con el corazón latiendo desbocado. La oscuridad de su habitación la envolvió, y por un momento, se sintió completamente perdida. Las imágenes del sueño la perseguían, y la sensación de culpa se apoderó de ella una vez más.

Ninvarty se sentó en la cama, temblando. Sabía que debía enfrentar lo que había desatado, pero el miedo de que pudiera perder a quienes amaba la mantenía paralizada. Las sombras que había visto en el sueño eran más que una manifestación de su culpa; eran un reflejo de la realidad que había creado.

Con el amanecer, Ninvarty se sintió decidida. No podía dejar que la oscuridad dominara su vida. Debía encontrar una manera de enfrentar las sombras y buscar la redención, no solo para ella, sino también para todos aquellos que estaban atrapados en su tormento. Así, mientras el sol comenzaba a iluminar el mundo exterior, Ninvarty se levantó, lista para enfrentar su destino.