—Te juro que te escuché hablar de la cutícula con la misma pasión que de la sinapsis —informó el menor, limpiándose una lágrima de risa.
—Y tú, ¿no has tenido algún momento de esos? —cuestionó Jeon, con una pérfids sonrisa, disfrutando del intercambio de confidencias y la cercanía que se había creado.
—Mmm... —Tae frunció el ceño, pensativo—. A mí me pasa que hasta el día de hoy me cuesta recordar los nombres de los huesos. Hay tantos, son tan raros... Es como si mi cerebro se negara a memorizarlos.
— ¿Qué no te sabes la tibia de la fíbula? —bromeó el cirujano, divertido.
— ¡Eso sí! ¡Eso es fácil! — exclamó con entusiasmo, y luego su rostro se ensombreció de nuevo—. Pero a veces me encuentro con un hueso y no logro recordar su nombre.
—Clásico de novatos —terminó su bebida en un trago, sirviéndose otro más.
—Será mejor que no te burles, que yo también tengo material para extorsión, Jeon —amenazó entre risas bobas. El alcohol en su sistema estaba haciendo un efecto colateral.
—Y que sea de tu propio conocimiento —soltó una carcajada baja que le hizo temblar los hombros—. A ver, dime, ¿quién es el que me está contando sobre un hueso que no se acuerda de su nombre? —le picó.
—De acuerdo, de acuerdo, pero tu también tenías que estar en la clase de anatomía cuando el profesor nos hizo recitar los nombres de los huesos —bromeó, en un intento de defenderse.
Jeon rió, seguidamente tragando un sorbo.
—De acuerdo —apartó la copa, moviéndose más cerca del chico, el mismo que lo miró expectante—. Como mi residente, no debo permitir que cosas así ocurran, así que haz memoria de una vez.
Sujetó el brazo del menor, indicando el lugar con su índice.
—Este —pronunció.
—Ese se llama... húmero —susurró siguiendo el movimiento del dígito del doctor.
El ébano ladeó la cabeza con una sonrisa divertida.
—Correcto —asintió, moviendo su dedo ligeramente hacia arriba, dejando un rastro cálido sobre la piel contraria—. ¿Y este?
—El... el... —frunció el ceño, buscando en su memoria—. El radio.
Su mayor soltó una risita y se movió un poco, haciendo que su dedo se deslizara por el largo del brazo, justo debajo del codo.
—Más arriba, ¿cómo se llama? —preguntó, con un brillo travieso en los ojos.
—El... —Kim se mordía el labio inferior, la concentración le ardía en las mejillas. — ¿El cúbito?
Jungkook sonrió, acariciando ligeramente el brazo de Taehyung con el pulgar, mordiéndose el belfos inferior para luego alzar la vista hacia los ojos del muchacho, notando más de cerca la cara del mismo que estaba bañada en un suave carmín por la borrachera.
—Y... ¿Cuál es este? —su mano se dirigió hacia el pecho, tocando allí y viéndole a los ojos.
—E-esternón —murmulló, también manteniendo sus fanales sobre los contrarios. Su respiración se desestabilizó cuando el falange trazó el largo de su pecho.
El tacto del dedo del médico era leve pero electrizante, recorriendo cada centímetro de su pecho, causando un cosquilleo que se extendía por su cuerpo. Taehyung, con las mejillas aún más sonrojadas, se encontró hipnotizado por la intensidad de esos ojos, la cercanía de la figura del mayor. El ébano mantenía una mirada fija, un brillo oscuro en sus ojos, una sed que se expandía como un incendio dentro de él.
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Heal me | KookTae
Teen FictionLa frenética sala de urgencias del K-Seoul Hospital recibía sin descanso una ola de pacientes con dolencias de todo tipo, desde el más insignificante hasta el más grave. Jeon Jungkook, un ascendente cirujano general, formaba parte de la vorágine dia...