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Yoongi, con su cabello grisáceo recién peinado, emanaba una calma que contrastaba con el torbellino de pensamientos que lo consumían. Salía del baño, una sonrisa forzada en su rostro, dispuesto a enfrentar la difícil tarea de preparar el desayuno y despertar a Taehyung, una batalla hercúlea diaria, ya que siempre ganaba el sueño del joven médico.
Pero sus pasos se detuvieron en seco. En el comedor, bañado por la suave luz del amanecer, Kim estaba sentado frente a su ordenador, rodeado de expedientes médicos abiertos y una taza de té humeante. El desayuno, ya preparado y dispuesto en la mesa, completaba la escena, una escena que resonaba con el eco del dolor, la desesperación y la fría urgencia de la situación.
—¿Y este milagro? —preguntó, arqueando una ceja con incredulidad—. Que yo sepa, hoy no es mi cumpleaños.
Taehyung, sin apartar la vista de la pantalla, le dedicó una mirada fugaz. —Buenos días para ti también, hyung.
Min se sentó, un pan tostado con mermelada en mano. Su mirada recorrió los papeles esparcidos por la mesa, una mezcla de informes médicos y artículos sobre leucemia—. ¿Puedo saber por qué estás despierto a estas horas, trabajando como un loco?
El menor suspiró, tomando un largo sorbo de té antes de responder. —Hay un caso urgente en el K-Seoul. Una niña de ocho años, leucemia linfoblástica aguda. Necesitan toda la ayuda posible.
Giró la laptop hacia él, mostrándole el historial médico de Soojin. El rostro de Yoon se ensombreció a medida que leía los detalles, la complejidad del diagnóstico, la urgencia del trasplante, y la terrible ironía del padrastro como posible donante. El dolor ajeno, se clavaba profundamente en su alma.
—Buenos días, cerebritos —saludó Jimin con su habitual alegría, entrando en el comedor. Acarició el cabello rizado de Taehyung antes de sentarse junto a su novio y besarle la mejilla—. ¿Qué tanto leen?
El residente resumió la situación. La desesperación era palpable en su voz, el eco del dolor de la pequeña y la posibilidad de un trasplante de médula ósea del padrastro, le quemaba en el pecho, la injusticia era evidente. El rostro de Jimin, usualmente radiante, se contrajo en una mueca de disgusto.
—Dios mío, qué horror —murmuró, tomando un sorbo de café—. Una niña... no puedo ni imaginarme el dolor de la madre.
—Qué cabrón, es una niña —añadió Yoongi, su voz teñida de una gravedad inusual—. ¿Y qué opciones hay?
El moreno se frotó la frente, el cansancio y la frustración comenzando a apoderarse de él. —La doctora Kang insiste en el trasplante del padrastro. Dice que es la única opción viable. Pero... no me parece correcto. No puedo aceptarlo.
Un silencio pesado se instaló en la mesa. Los tres amigos, unidos por una preocupación compartida, contemplaban la complejidad del caso. El menor, con la mirada fija en la pantalla, repasaba los informes médicos.
—Estoy investigando otras opciones —dijo entonces, su voz cargada de una determinación renovada—. Compatibilidad externa, donantes no emparentados... incluso... — abrió los ojos al sentir la iluminación de una nueva idea—. Incluso yo podría hacerme la prueba de histocompatibilidad —finalizó, su voz, un susurro en el ambiente—. Podría ser una opción.
El de tez pálida frunció el ceño. —No creo que autoricen algo así, Tae. La compatibilidad... no lo veo posible.
—Además —intervino Jimin seguidamente—, desde mi punto de vista como psicólogo clínico, esto es mucho más profundo que ser simplemente un donante. Requiere una preparación no solo física, por ser un tratamiento invasivo y doloroso, sino también emocional. La angustia, el miedo, la carga de una decisión tan crucial... Podría tener consecuencias profundas en tu salud mental, y eso no se puede subestimar.
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Heal me | KookTae
Teen FictionLa frenética sala de urgencias del K-Seoul Hospital recibía sin descanso una ola de pacientes con dolencias de todo tipo, desde el más insignificante hasta el más grave. Jeon Jungkook, un ascendente cirujano general, formaba parte de la vorágine dia...