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—Yiren, querida... ¿Sabes si farmacología ya pasó por el departamento de endocrinología? —inquirió el joven residente, con un tono amable, una vez hubo llegado a la recepción del hospital. La mirada de Yiren, una elegante mujer de cabellos azabaches, se posó con atención en el rostro del residente antes de teclear con diligencia en la computadora frente a ella, iniciando una breve búsqueda en el sistema informático del hospital.
—Uhm, todavía no es su horario. El equipo de farmacología pasará entre las cuatro y las seis de la tarde por endocrinología —informó la enfermera, con una sonrisa cordial, dirigiendo luego su mirada hacia el residente—. ¿Precisas de algún fármaco en particular en este momento?
Taehyung asintió levemente con la cabeza, con un gesto que denotaba cierto nerviosismo—. Sí, pero si aún no han pasado por allí, tendré que ir a buscar el medicamento por mi propia cuenta.
—Entiendo —respondió Yiren con un semblante afable—. ¿Podrías indicarme qué tipo de medicamento necesitas? Con gusto buscaré en nuestro sistema para verificar su disponibilidad.
—Por supuesto, sería de gran ayuda —suspiró el residente, echando una ojeada al dispositivo que portaba—. Se trata de metimazol, en presentación de veinte miligramos.
Las ágiles manos de la mujer repiquetearon sobre las teclas con precisión y concentración, sus ojos moviéndose con destreza sobre la pantalla del monitor.
—¿Tratamiento para hipertiroidismo, entonces? —inquirió ella, a lo que el joven respondió con un asentimiento—. Hmm, sí, tenemos disponible. Podrás encontrar el metimazol en el ala 3-B del almacén de insumos médicos —le sonrió con amabilidad.
—Excelente, iré personalmente. Muchas gracias por tu asistencia —devolvió el gesto, tomando su iPad y disponiéndose a emprender camino hacia el depósito de insumos.
La enfermera le deseó suerte, despidiéndose del muchacho que partía con determinación hacia su destino.
Al arribar al almacén, saludó a uno de los trabajadores, mostrando su gafete médico sin dilación. Se adentró en el recinto, escudriñando con la mirada entre las numerosas góndolas que se erigían en su interior.
Recorrió los pasillos con paso seguro, encontrando pronto el número de góndola correspondiente al metimazol que buscaba, sonriendo al comprobar que no se hallaba demasiado distante. He aquí una versión más extendida y con un lenguaje más culto:
Se acercó con paso resuelto al lugar y comenzó a verificar meticulosamente los nombres de los fármacos, posando sus orbes ámbar con detenimiento en una caja de sulfato de quinina. Esbozó un gesto de desagrado, pues aquel particular compuesto solía ser de un sabor sumamente desabrido y desagradable para el paladar humano, y con solo escuchar su apelativo, sentía que se le revolvía el estómago por la mera mención.
No pudo evitar dejar escapar una risilla sosegada, pues se atrevió a hacer una sutil comparación entre aquel fármaco y la figura del doctor Jeon. No distaba mucho de la realidad que el hombre en cuestión era igual de áspero e ingrato, y con solo oír su nombre, le producía una molesta migraña.
Un leve rubor tiñó sus tersas mejillas cuando los episodios acaecidos la semana precedente volvieron a pulular en su mente. Tras aquel día en que apenas despuntaba el alba y el golpe de la realidad lo abordó al caer en cuenta de su descaro al implorarle más y hablarle con descaro, la vergüenza se apoderó de él y prácticamente huyó, dejándole un mensaje al cirujano en el que alegaba tener que marcharse por un asunto familiar de última hora.
Lo cual no distaba mucho de la verdad, pues había recibido una llamada de su progenitora, quien residía en Daegu y se hallaba ingresada en un centro médico oncológico, recibiendo tratamiento para la leucemia.
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Heal me | KookTae
Teen FictionLa frenética sala de urgencias del K-Seoul Hospital recibía sin descanso una ola de pacientes con dolencias de todo tipo, desde el más insignificante hasta el más grave. Jeon Jungkook, un ascendente cirujano general, formaba parte de la vorágine dia...