XIV. Guadalajara

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—¿Qué? ¡No! ¡No, no! ¡No pienso ir a Guadalajara!

La absoluta negación de Sergio relució cuando su madre le habló sobre visitar su ciudad natal, dejando de lado sus libros sobre la mesilla blanca de ese espacio que el menor tenía a su dispocisión para sus pasatiempos. Max acompañó a la mujer en presencia al mismo tiempo, dando a conocer que había ido a la cocina probablemente, por dos tazas de humeante café.

—Checo, tu abuelita está enferma, hijo. Tenemos que ir a verla. Sólo serán unos días y volveremos, además, si Max puede y quiere, nos acompañará para que esté contigo cuando quieras salir —Marilú se mostró comprensiva ante la negativa de su hijo, y acarició suavemente su cabello—. Además podremos celebrar las fiestas de fin de año con la familia de allá.

—Yo iré a donde me ordenen —asintió el rubio con aquel rostro serio de siempre—.

—¿Ves? Nada va a pasar —susurró, luego vió al belga—. Max, ¿tienes en regla tus documentos de viaje? Si no, puedo pedirle a mi asistente que se ponga en ello de inmediato.

—Tengo todo en orden, señora. No se preocupe.

—¡Excelente! Nos vamos mañana a medio día. ¡Elena! ¡Hay que empacar las cosas del niño! —levantó la voz a la mujer que parecía rondar cerca—. Tus hermanos tienen asuntos que resolver aquí pero nos alcanzarán después allá.

—¿Y si me voy con ellos? ¿Después? —suplicó—.

—No tiene caso, mi vida. Prepara tus cosas y diles a tus amigos que no vas a estar.

—¡Oye! ¿Y dónde nos vamos a hospedar?

—¿Pues en dónde más, Checo? ¡En nuestra casa!

—Má', sabes que él vive por ahí. No quiero encontrarmelo —el miedo en su voz se podía hasta tantear; sus labios comenzaron a temblar de repente y constantemente pasaba su lengua sobre éstos para humedecerlos—.

—Y no te lo vas a encontrar, tranquilo —antes de retirarse, dejó un dulce beso en la frente del muchacho y dedicándole una amable sonrisa a Verstappen—.

—¿Puedo hacer una pregunta, señor? —Max lo vió con cierta curiosidad, tanta que ladeó suavemente su cabeza y entre cerró los ojos—.

—No.

—¿Por qué la negativa de ir a México?

—No voy a responder a eso, Max —murmuró con una risita—. Bueno... —lo vió con una expresión duditativa—. 

—¿Es por el macho pecho peludo de allá? —el silencio de Sergio fue sepulcral en determinado momento, su mirada se quedó fija en el rubio, algunos suspiros fueron arrebatados de sus labios, hasta que finalmente asintió—. No hay por qué temer. Yo estaré ahí a su lado a cada momento, y si ese patán se aparece, si tan solo usted lo ordena, le rompo la cara y cada extremidad, mi señor —murmuró mientras curiosamente hacía varios ademanes con las manos—.

—¿Por qué me llamas 'mi señor'? —soltó una risita—. No seas tonto, tampoco necesito tanto respeto.

—¿Le molesta?

—No, pero suena raro, wey —rió—. ¿Entonces sí vas a ir con nosotros a Guadalajara? ¿No te molesta que no puedas pasar las fiestas con tu familia?

Ujum —asintió—. Claro que iré. Mi familia no está, se fueron de vacaciones a Hasselt —informó con una sonrisita—. Además creo que molestarte en tus vacaciones va a ser divertido.

[...]

La llegada a Guadalajara había sido un momento de sentimientos encontrados y emociones a flor de piel. Claro que extrañaba mucho su ciudad natal, claro que le gustaba estar ahí y percibir la magia natural del lugar, pero también tenía mucho miedo. Tenía miedo de ver a Saúl otra vez.

Bodyguard [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora