III. Insoportable

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No era un secreto que Max Verstappen fuera una persona de seriedad. Había tenido una infancia y vida algo inusuales, que lo habían llevado a ser tan serio.

Su padre se había marchado lejos cuando él apenas era un niño pequeño y su hermana Victoria una bebé; desde muy joven, incluso cuando era estudiante, Max trataba de buscar empleos que pudieran ayudarle a ganar algo y aportar a casa, pues Sophie a veces no se daba abasto ella sola para mantenerlos.

Su primer empleo, luego de emigrar a Norteamérica, fue como ayudante de un hombre ya mayor en un pequeño supermercado. El joven Max mantenía siempre limpios los estantes, acomodaba la mercancía y también atendía a los clientes, todo ésto después de la 1 de la tarde que llegaba de la escuela. El segundo empleo fue en un taller mecánico; ahí le fue mucho mejor, le gustaba trabajar en dicho lugar hasta que su madre le presentó la opción de ir a una escuela militar después de terminar la secundaria.

Verstappen admitía lo difícil que había sido todo, sin embargo, después de graduarse y poder comenzar a ser un miembro activo del ejército, vería las ventajas de ello: los seguros, la paga, todos aquellos beneficios que obtenía solo por su servicio. Aunque luego terminó enfadado de todo, se retiró y comenzó su vida civil a los 24 años.

Las propuestas laborales fueron inmensas cuando las buscó. Podía ejercer según a la ingeniería que había estudiado.

O también como parte de un cuerpo de seguridad.

Aquello le pareció más viable en su momento, sabía que era algo un poco más tranquilo que dedicarse abiertamente a la ingeniería civil, así que se decidió a entrar trabajar a una agencia de seguridad privada.

Y todo ésto lo recordó con nostalgia y enojo mientras escuchaba a su compañero hablar y hablar sin descanso sobre sus nuevos y jóvenes protegidos, luego de estar esperando literalmente horas sentados en la jardinera frente a las aulas.

—Yo no tengo necesidad de soportar a un mocoso así.

La voz de Sainz lo sacó de sus pensamientos y lo hizo mirarlo confuso.

—¿Y entonces? ¿Qué haces detrás de...? —señaló el aula contigua, como forma de hablar del joven Leclerc—.

—Me gusta hacer ésto, pero nunca me había encontrado con gente tan odiosa como esos dos niños. Mira que eso de que nos hayan tocado ellos y resultaran ser amiguitos es una gran casualidad —sonrió y le dió un suave golpe al rubio en el brazo—.

—Eso pensé cuando te ví. Te juro que creí que te irías a Brooklyn o Queens, no sé...

—¿Querías quedarte con el trabajo gordo en Manhattan? —rió—. No, querido. Me gusta la zona, además no me queda tan lejos de casa.

—Qué envidia siento, Carlos. Y sinceramente no entiendo qué carajos haces trabajando en la agencia de seguridad cuando tu familia tiene un mejor negocio en la fábrica y tienes la vida resuelta.

—Es la fábrica de mi familia, no mía.

—El dueño es tu padre, eres el próximo heredero —atacó—.

—Bueno, me gusta trabajar. Necesito ocuparme en algo, ¿sabes?

—Trabajas por deporte —una risa lo asaltó y negó—. Si yo no tuviera que pagar la carrera de Victoria, créeme que no trabajaría. Viviría cómodamente con los pagos mensuales del ejército, pero no —movió su dedo índice rápido y en negación—. Trabajo para que mi mamá ya no lo haga tanto, aunque realmente no necesita hacerlo, y también para que mi hermana goce sin preocupaciones sus tiempos de universitaria. Tenemos asegurado un buen futuro, quizá algún día no muy lejano pueda dejar ésto y...

Volteó a ver al pelinegro, y una cara de cierta molestia lo invadió cuando notó que éste miraba su celular con atención.

—Te estoy escuchando, Max. Estoy viendo los horarios del niño —murmuró—. Bueno, si crees que pronto podrías dejar de trabajar, ahí está. Todo esfuerzo obtiene su recompensa después; la tuya viene pronto. Mientras... —señaló al frente—. Disfruta el tiempo que falta.

Los chicos de las aulas comenzaban a salir de nuevo y rápidamente pudo identificar el rostro pecoso de Sergio Pérez, que se transformó de uno sonriente a uno molesto en cuanto lo vió.

—¿Es ese? Está guapo —pudo escuchar cuando una chica que acompañaba al joven, murmuró—. ¿Me lo presentas?

—No seas naca, Caro. ¿Cómo se te ocurre? —murmuró con cierto tono asqueado mientras trataba de sacarle la vuelta e irse lejos de él—.

—¡Hola, gorila de Checo! —la chica ignoró completamente a su amigo y levantó la mano en el aire con el afán de saludarlo—.

—¡Carola! No lo mires, tonta —la tomó de la mano y caminó más rápido—. Quiero quitarmelo de encima y tú no cooperas.

—Déjalo encima de mí.

—¡Carola! ¡Qué asco!

—¡Hey, Checo!

La voz de Leclerc resonó clara cuando salió de su aula y caminó hacia ellos con el español detrás. El castaño giró a ver a su guardaespaldas y le dedicó la peor de las miradas furiosas y lo detuvo cuando puso su mano entre él y el pecho del mayor.

—Mantén tu distancia porque me sofocas, Sainz —murmuró—. Eres insoportable.

—¡Sí, tú también! —entonces Sergio aprovechó a hacer lo mismo con el rubio—. Eres sofocante, déjame un rato en paz, ¿quieres?

—Me gustaría, no es usted el único inconforme aquí. Pero la verdad es mi trabajo, y tengo que cumplir con ello si quiero estar en gracia de los señores Pérez. Ellos sí me agradan.

—¿¡Qué!? ¡Pues no me importa! ¡Eres insoportable, no me agradas en lo absoluto y...! ¡Y...!

—¿Es todo lo que tiene? —una sonrisa burlona se dibujó en los labios de Verstappen, cosa que logró enojar aún más al de pecas—. Si ya terminó, camine. El tiempo pasa y no va a alcanzar a almorzar. La señora Marilú me pidió que no dejara pasar sus comidas —y rió—.

—Estúpido, idiota —murmuró mientras tomaba del brazo a Carola y Charles les seguía el paso velozmente—.

—¿Y ese quién es? —señaló la chica al pelinegro a sus espaldas—.

—Mi guarura —Leclerc, a comparación de Checo, estaba un poco más apaciguado—. Es odioso, con 'O' de ogro.

—Qué idiotas son los dos. Déjenmelos a mí, yo tengo amor para ambos.

Y mientras ninguno de los chicos paraban de quejarse de los mayores, éstos otros no paraban de reírse y burlarse de ellos a sus espaldas.

Un cambio justo y significativo por lo que tenían que soportar.


[…]

Bodyguard [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora