XXVII: Unidos

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-¿Licenciado Pérez?

El rostro de aquella joven pelirroja se asomó tímidamente por la puerta, cosa que hizo sonreír a Checo y asintió.

-Hola, Alice. Dime.

-Lo están buscando en el lobby, un... -hizo ademanes extraños-. Es... Está haciendo cosas raras.

-¿Quién? ¿Quién me busca? ¿Es algún cliente?

-Uh... Venga a verlo usted mismo.

Algo desconcertado y de repente hasta nervioso, se puso de pie y siguió a la chica por elevadores hasta que llegaron al primer piso del edificio, específicamente al lobby, donde la gente abundaba y hacían una rueda alrededor de algo.

-¿Quién es?

-Ahí, señor -señaló al montón de gente-. Tiene rato diciendo una sarta de cosas que nadie entiende. Como si no hablara inglés.

El pelinegro comenzó a hacerse paso entre la gente, entre algunos empujones y regaños, pero por fin llegó al frente y suspiró profundamente cuando vió lo que sucedía.

-¿Que estás haciendo aquí, güero? -preguntó con una sonrisa divertida al ver a Max vestido de la manera más formal posible, traje negro, camisa blanca desabotonada de los últimos tres botones, y unos pulcros mocasines negros-. ¡No pasa nada! ¡Yo me encargo! -se dirigió a los demás y entonces comenzaron a irse-.

-Ik kom om te gaan eten. (Vengo para ir a comer) -habló con una sonrisa-.

-Me encanta escucharte hablar neerlandés pero sabes que no lo entiendo por completo -murmuró mientras notaba que ahora estaban casi solos, la rueda de personas se había disipado-. ¿Qué pasó?

-Comer. Es hora.

-¿Comer? -miró rápidamente su reloj de mano-. Pero la hora de comida ya pasó, Maxie. Desde hace una hora. Además no habíamos quedado en ir a comer...

-Ya arreglé todo. Tu secretaria va a cancelar tus citas de hoy.

-No tengo citas.

-Me mintió la desgraciada -murmuró-. Es viernes, mañana no hay trabajo, no hay compromisos. Vámonos.

-Bueno, dame un momento, ¿sí? Voy a ir por mis cosas y...

-Uh, no. Tarde -sin pensarlo, lo tomó con la más grande naturalidad y lo cargó sobre su hombro mientras salía del edificio y la gente lo veía o divertidos, o totalmente como si fuera un desquiciado-.

-¡Max! ¡Emilian, bájame! ¡No me vayas a golpear la cabeza con las puertas! ¡Max! -gritó asustado-. ¡Max, tengo que ir por mis cosas!

-Atrás.

El pelinegro trató de ver mientras levantaba su cabeza y vió como Alice corría detrás de ellos con las cosas.
Luego de unos segundos de seguir luchando con el rubio, lo bajó al piso y notó que ya estaban junto al auto del mayor.

-¿Qué te pasa?

-Solo quiero que vayamos a comer.

-¿Y por eso haces ésto? Sabes que puedo ir contigo e iré a dónde quieras, pero no es la manera, Emilian.

-Perdón -abultó sus labios, gesto que hizo que Checo volteara los ojos divertidos y lo besara rápidamente-. Sube al coche, mi amor.

El pecoso obedeció y subió del lado del copiloto, sin embargo, tan rápido fue todo, que una persona más estaba adentro, lista para conducir y encendió el auto cuando Max le dió unos golpecitos a la ventanilla y se despidió.

-¿Carlos?

-¿Qué tal?

-¿Qué pedo, wey?

Bodyguard [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora