Extra: ¿Qué fue lo que pasó?

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Al inicio, antes de la historia como ahora la conocemos, hubo tres jóvenes.
Tres buenos amigos que además de ser muy allegados eran casi como hermanos de los otros.

Dos de ellos se conocían desde que eran pequeños, desde que un día, Sergio defendió a Carola de unos niños en el jardín de infantes; a partir de ahí, ambos se volvieron los mejores amigos.

Sin embargo, y por situaciones no muy gratas de recordar otra vez, antes de comenzar la universidad, ambos se fueron a Nueva York. Y ahí conocieron a Charles, al introvertido Charles Leclerc.

Ninguno estudiaba la misma carrera, pero siempre, era como una ley, tenían que estar juntos cuando podían.

Sergio estudiaba Derecho, Charles estudiaba Arquitectura y Carola Administración. Todo tan diferente como cada uno de ellos.

La amistad que tenían siempre era de ejemplo para muchos, pues a pesar de que a veces eran un imán para atraer problemas —de esos problemas de jóvenes a los que ellos veían como imposibles—, siempre encontraban formas de solucionarlo, pero sobre todo, forma de disfrutar, de divertirse y de llevarse grandes anécdotas de ello.

Y así pasó cuando...

—Hola, Sergio.

—Uhm... —la mirada del chico de pecas recorrió a la persona junto a él, un chico alto, de facciones agradables y cabello teñido rubio le sonreía mientras sostenía un café frente a él—. Hola, Nico. ¿Es para mí? —señaló el vaso—.

—¿Mande? ¡Oh, sí! —sonrió nervioso y se lo extendió—. Escuché que te gusta sin crema.

—Tienes toda la razón, Hülk. Muchas gracias —lo tomó y bebió un poco, sintiendo la fusión de sabores en su lengua—. Está frío —susurró—.

—Uh, ésta noche va a haber una fiesta con los chicos de la facultad. No sé si quieras ir con... Conmi...

—¡Ah, sí! Invitaron a Charles, vamos a ir, claro —se adelantó a decir con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Tú vas a ir?

—Planeo hacerlo —asintió—. ¿Nos veremos allá?

—Seguro —asintió con una sonrisita algo forzada—.

Cuando el chico hizo un suave ademán de despedida, Pérez sólo rodó los ojos con fastidio.

Nicolas Hülkenberg, o como todos lo conocían, Nico, era un chico que también estudiaba Derecho, aunque era un par de años más grande que Sergio. Desde que se conocieron en una conferencia para los de la facultad, el chico había quedado flechado del mexicano, por lo que siempre trataba de acercarse a él con las cosas que había descubierto que podían gustarle.

Aunque si por 'descubrir', definimos ir preguntando a todos y cada uno de sus compañeros y conocidos, los gustos del pecoso...

Por supuesto que para Checo a veces resultaba frustrante la presencia del otro, porque además de ser algo invasivo, sus conversaciones eran estúpidas y sin sentido. Nicolas era guapo, no iba a negarlo, pero era un tarado.

No, no. Definitivamente eso no lo ayudaba.

—Nico me iba a invitar a la fiesta de los de la facu —murmuró con un gesto de desagrado al llegar a dónde sus amigos lo esperaban—.

Iugh —relució en el mismo tono la expresión de Charles—. Asquito.

—¿Cuál asco? El tipo está guapo, que sea un pendejo es otra cosa.

Y ahí estaba la voz de la experiencia y la razón de ese trío: Carola. La chica soltó una risa ante las expresiones de los dos chicos y negó.

—¿Y qué tiene de malo que te haya invitado?

—¿Cómo que qué? No mames, guácala. No es mi estilo, arruinaría mi imagen... No. Definitivamente no.

—Ay, Checo. ¿Y cuál es tu estilo? ¿Los pelirrojos pendejos? —murmuró la chica con cierto tono incrédulo—.

—Nah. Que sean varoniles y cero estúpidos, altos, con una mirada sexy.

—Bueno, no quieres nada —Charles soltó una risa—. ¿Y vas a ir a la fiesta o...?

—¡Sí! Pero no quiero que Nico esté de intenso ahí conmigo —arrugó suavemente la nariz y entrecerró los ojos—. Necesitamos un plan.

—¿Necesitamos dices?

—Sí, flaca. Sí sufro yo, sufrimos los tres.

—Bueno, primero lo primero. ¿Dónde es y a qué hora? Lo otro lo haremos sobre la marcha, tú no te preocupes, Chequito.

[…]

Las luces del lugar brillaban por todas partes, la música era alta, fuerte e impulsaba a bailar de inmediato. Cientos de chicos estúpidos bailaban, bebían y reían en grupos y eso por completo atrapó los sentidos de esos tres que acababan de llegar juntos.

—¡La vamos a pasar muy bien! —decretó la castaña con una sonrisa—.

Ambos chicos asintieron de la misma forma, tomaron las primeras bebidas de la noche y comenzaron a escabullirse entre los demás sin despegarse.

Bailaron juntos, separados, pegados al otro, abrazados...

Incluso llegó un momento en que solamente Sergio y Charles estaban bailando, un momento en dónde Carola había ido al tocador.

Ambos chicos juntaron sus cuerpos, sintieron el calor del momento y el lugar, pasaron sus brazos por los hombros y cintura del otro, y quién sabe, quizá era por el poco alcohol que corría en su sangre, pero terminaron uniendo sus labios en un arrebató. Dejaron que el otro disfrutara de aquello, que sus lenguas chocaran, que sus dientes mordieron los labios del contrario.

Cuando se separaron, ambos estallaron en risas disparatadas, y para su desgracia, a la lejanía vieron un rostro conocido.

—Charles —murmuró el menor—. Ya sé qué vamos a hacer.

—¿De qué? —preguntó sin esconder la confusión en su rostro y voz—.

—Sígueme la corriente.

—¡Chicos...!

Todo pasó en un momento rápido y sin pensar. Carola se unió de nuevo a ellos a la par que Hülkenberg caminaba hacia donde estaban, estuvo a punto de levantar la mano para saludar, pero Sergio fue tan rápido que tomó por la nuca a ambos castaños y los acercó a su boca.

Posiblemente el alcohol, posiblemente no.

Pero siguieron el intento de beso como pudieron, y Nico, por su parte, pintó el mayor gesto de desagrado en su rostro para luego darse la vuelta y alejarse de ahí sin intenciones de volver a codearse con Sergio.

Los tres seguían sumergidos en ese beso, hasta que unas manos apretaron los hombros de Pérez y esas voz que ya reconocían gritó.

—¡Qué intensos! ¡Woah!

Al separarse, ninguno se abstuvo de saborear sus propios labios, pasar su lengua por la superficie de éstos y reír. George era el recién llegado y total emocionado por lo que había visto, que también rió con fuerza junto a ellos.

—¡Estás loco, pendejo! —Carola gritó entre su carcajada—.

—¡Pero ya se fue! ¡Mira!

—Idiotas —murmuró Charles—. ¡No son mi tipo! ¡Ésto no se va a repetir! —la sonrisa del castaño se mantuvo—.

—¡Prometido!

—¡Y tú no cuentes ésto nunca, Russell!

—¡Lo prometo!


















[…]

Lo prometido es deuda. Llegó el story time del besote de tres. ¡Espero que les haya gustado!
¡Nos seguiremos leyendo!

️😏✌🏻

Bodyguard [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora