XX. Escapadita

7.7K 1.1K 398
                                    

Los días posteriores a la denominada primera cita fueron increíblemente ocupados. Era sorprendente que Checo y Max no hubieran podido pasar más tiempo juntos, pero si no eran Antonio y Marilú, o Ulises, Mimí y todos los demás, eran Toño y Paola que ya habían llegado, o hasta la abuelita que afortunadamente estaba mejor, que los mantenían separados sin querer.

La esperada fecha había llegado, era la ajetreada tarde del día veinticuatro de diciembre y en la cocina y toda la casa había un desastre de gente yendo y viniendo, especialmente en la cocina, donde las señoras dirigían el proyecto de la cena a diestra y siniestra.

Max se había ofrecido a ayudarlas en ello y no dudaron en darle el sí definitivo cuando notaron la agilidad que tenía para picar verduras y demás.

—Cuando estudiaba en la academia militar, íbamos dos veces por semana como ayudantes en la cocina. Uno tiene que ser muy rápido porque hay cientos de hombres hambrientos —soltó una risita—, ahí aprendí a cocinar y a ser veloz con ésto —levantó apenas el cuchillo y siguió picando cebolla sin ningún problema—.

Es una joyita en bruto, Marilú —murmuró la mujer mayor de todas—. Qué bueno que el niño está con él porque es un buen muchacho y lo mantiene seguro.

¿Verdad, mamá? Siempre nos ha dado mucha confianza, el güero. Y ahorita ya estamos viendo que se está llevando mucho mejor con Checo.

Con eso que decías que se estaba poniendo roñoso y que lo quería sacar de la casa...

Ay, Lupe. Cállate la boca no digas eso enfrente de él.

Max soltó una risita confundida, pues como siempre, no había comprendido casi nada, a excepción de ese güero que ahora tenía bien grabado. Hablaban de él y de Checo, por supuesto. Eso sí lo había entendido.

El pecoso apareció por la cocina un poco después, merodeando a ver qué podía tomar para comer, cómo molestar a sus primas o a sus tías, y aprovechando, para ver a Max. Cuando lo vió, se acercó a él y le robó una rodaja de tomate que ahora era lo que rebanaba con cuidado y rapidez.

—¿Qué onda? ¿Cómo vas? —preguntó con una sonrisita—.

—Todo en orden, señor —respondió de la misma forma—. ¿Ya está listo para la celebración?

—¡Uff! ¿Con estas fachas? ¡No! Estábamos decorando el salón del comedor. Quedó muy bonito. Ya me voy a ir a duchar porque quiero lucir guapo ésta noche —se robó otra rodajita más y le regaló un guiño coqueto al rubio—.

—Adelante, señor. Suerte con eso.

Y su respuesta fue un guiño exactamente igual y con las mismas intenciones.

[…]

La noche había comenzado. Todos rodeaban la gran mesa del comedor y había risas y brindis por doquier.
Max y Checo estaban sentados uno frente al otro y aunque todos les hablaban a la vez, ninguno podía perder la atención del otro por ningún momento.

—Uh, Max —Sergio llamó su atención—. ¿Me acompañas un momento, por favor? Necesito consultarte algo.

—Claro que sí —se puso de pie—.

Y antes de que salieran de la estancia, las risitas juguetonas de Mimí resonaron.

¡Pero a lo que vas, Michel!

Cierra tu mugrosa boca —giró a verla con una sonrisa, a la vez que el dedo medio de su mano relucía, mismo que Max se apresuró a esconder entre carcajadas—.

—¿Qué pasó? —preguntó atento cuando estuvieron en el pasillo, sin embargo no se detuvieron de caminar hasta que llegaron al jardín—. ¿Checo?

—Max, quiero decirte algo antes de que lo sepas por boca de alguien más.

—¿Todo bien?

—¡Max! Déjame hablar —murmuró, entonces cuando el rubio guardó absoluto silencio y su rostro llegó a la seriedad, Sergio se impulsó de puntillas para besarlo rápidamente—. Te extrañaba.

—¡Checo! —rió sorprendido y volteando a todos lados para cerciorarse de que nadie los veía—. Tu familia está allá adentro y pueden...

—Allá adentro, Max. Mírame —lo tomó de las mejillas—. Aquí estoy yo. Te dije que te extrañé.

—Yo también te extrañé, y eso que nos vimos mucho tiempo el día de hoy —soltó una risita—.

—¿Se te hace mucho tiempo los tres minutos de la cocina y las dos horas que tenemos viéndonos las caras allá adentro? —rió—.

—A comparación de otros días sí —asintió, y entonces llevó sus manos a tantear despacio las del menor—. Checo... ¿Me permites...?

—¿Qué?

—¿Me permites darte un beso? —preguntó a la vez que sus mejillas y todo su rostro se encendía colorado—.

—¿Y por qué la pena? Tú no preguntes, hombre. Hazlo y ya —sonrió mientras cerraba sus ojos y hacía sus labios de trompita listo para lo que venía, sin embargo, no pasó nada—. ¿Max?

—Mírate, todo lindo con los labios listos —rió—.

—¡Max! —su entrecejo se arrugó suavemente—. Síguele jugando al...

Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, fue testigo de la forma más linda en que alguien lo hizo guardar silencio; sus labios fueron aprisionados con dulzura pero también con pasión contra los de Verstappen. Ante tal acción, solo llevó sus manos alrededor del cuello del otro y con ello consiguió un poco más de profundidad en aquel beso, así como Max llevó también sus manos alrededor de la cintura de Checo.

¿Por qué se sentía tan diferente a otras veces? ¿Por qué parecía como si fuera una primera vez? ¿Por qué?

Cuando el oxígeno fue insuficiente, tuvieron que separarse para volver a respirar. Los labios húmedos de los dos formaron una sonrisa destellante a la vez que conectaban sus miradas.

—Espero que hagas ésto también en Año Nuevo, y después —susurró el de pecas—.

—¿Crees en esas cosas?

—Por las dudas.

—Bueno, con esa razón es suficiente para hacerlo entonces. Prometo hacerlo también en Año Nuevo —asintió—.

Sergio nuevamente se impulsó de puntillas para besar a Max, pero justo cuando sus labios se tocaron un carraspeo los hizo quedarse congelados y estáticos en su lugar.

—¿Qué significa esto?

Max de inmediato abrió los ojos y llevó sus manos en alto, Sergio de la misma manera abandonó el beso y giró con las manos a sus costados sintiendo su corazón latir despavorido en su pecho.

¿Justo ahora tenía que pasar ésto? ¿¡Justo chingados ahora!?


















[…]

Well, fue una gran carrera. Me quedé sin respirar unos momentos. No hubieron los resultados que esperábamos para los Bulls boys pero fue increíble de todos modos. Esperemos que después del descanso de verano regresen más fuertes y veamos más grandes carreras para los Chestappen. Tengamos fe ❤️‍🩹
(Les recuerdo que en mis historias de Insta está el link para mi canal de WhatsApp, ¡allá nos leemos!)

Bodyguard [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora