VII. Otra vez

7.4K 1.1K 446
                                    

—¿Qué diablos se supone que estás haciendo, Sergio?

Charles estaba totalmente confundido ante el comportamiento del mexicano. Sabía que el chico no era una persona que cediera fácil, mucho menos con ese guardaespaldas que el día anterior había jurado odiar con su vida.

—¿Haciendo de qué? Wey, sólo estoy incluyendo a Max y a Carlos con nosotros —soltó una risita—. Si están cómodos divirtiéndose, no nos van a molestar —aclaró mientras empujaba el carrito de compras—. Míralos, ni siquiera nos hacen caso porque están platicando emocionados —señaló ligeramente hacia atrás—.

—¿Seguro?

—¡Sí! Charles, por Dios —rió—. ¿Por qué desconfías tanto?

—Porque te conozco, Sergio. Porque tú no cedes tan fácilmente, y porque no quiero que seas brutalmente grosero con ellos y con lo que sea que estés tramando.

—Te prometo que no es nada de lo que tengas que preocuparte. Sólo estoy siendo amable.

—Uhm, está bien.

¿Era malo que Leclerc desconfiara en sobremanera de su amigo? ¿De verdad el pelinegro tenía la intención de ser amable o había algo detrás de eso? Es decir, no defendía o declinaba que ambos guardaespaldas sí eran ciertamente agobiadores, odiosos, a veces insoportables, pero también comprendía que sólo hacían su trabajo, y que no merecían una gran grosería.

Sus pensamientos se disiparon cuando escuchó como Pérez llamó a los dos mayores y les dijo que podían tomar unas bebidas si querían. La sonrisa en los labios del azabache menor parecía genuina.

Quizá estaba siendo sincero.

[...]

La noche había caído de nuevo, y mientras Charles y Sergio iban de un lado a otro en el penthouse, gritaban, se reían y parecían llevarla bien, Verstappen no dejaba de verlos con confusión.

Seguía sin entender cómo era que el chico Pérez había cambiado de opinión tan de repente en cuanto a él y a Carlos; si el día anterior no había dejado de decir lo insoportables que eran, lo mucho que los odiaba... ¿Era posible que hubiera recapacitado?

—¿En qué piensas?

—Uhm, nada —gruñó suavemente y frunció el ceño—. Que bonitos zapatos —señaló discretamente dicho artículo que llevaba Sainz, tratando de desviar el tema de su 'preocupación'—.

—¿Gracias? —soltó una risita—. Tú también estás confundido, ¿verdad? Entiendo, yo estoy igual, pero no hay que darle tantas vueltas. El chico por fin dejó de ser tan odioso y mamón, hay que disfrutarlo.

—Sí, tienes razón —frunció suavemente los labios y vió el outfit completo de su compañero—. Muy de acuerdo a tu personalidad de guardaespaldas que en realidad es un magnate heredero —lo señaló y rió—.

—Cállate, aquí no digas eso, idiota.

Entre unas bromas más, alcabo de unos minutos, ambos jóvenes salieron listos para irse.

—¡Vámonos! Es hora de irnos —canturreó—. ¿Listos los dos? —miró fijamente a los guardaespaldas—. Me gustan los outfits —los señaló a los dos y luego levantó sus pulgares—. In-cre-í-bles. La vamos a pasar padrísimo, ya verán.

Y así como Sergio los halagó verbalmente, Charles no dejó de mirar a Carlos con una sonrisita.

Sí, a veces era muy odioso, burlón, aguafiestas, pero debía admitir que comenzaba a caerle mucho mejor y que el tipo tenía porte y estaba carita. Cuando se encontró con la mirada de éste, volvió a fingir cara de hastío y hasta tuvo la osadía de voltear los ojos y dejar de verlo. Le caía bien, pero no podía permitir que se diera cuenta de ello. No, señor.

Bodyguard [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora