#35: Sueños

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El camino de nuevo a su habitación fue difícil

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El camino de nuevo a su habitación fue difícil. No conocía el lugar y se perdía constantemente. No sabía ni por dónde había entrado, y como salir.

Un gran árbol captó su atención, imaginaba que por equivocación había salido al jardín.

Sus ojos captaron la figura de un hombre de espaldas. Su ropa solo dejaba al descubierto su cabeza. Se acercó un poco con la intención de pedirle indicaciones de cómo llegar a sus aposentos.

—Disculpe... –mencionó mientras se acercaba, el hombre la miró sobre su hombro y le sonrió.

Ahí estaba él.

Solo que esta vez no tenia su característico cabello blanco que lo identificaba. Un poco más viejo que la última vez que lo vio, con ropa más vieja y barata, pero sin quitar su hermosa sonrisa

No sabía cómo actuar, se sentía completamente paralizada.

Su corazón bombeada con rapidez, su respiración se sentía entrecortada y sus manos temblaban ligeramente. Una bomba de emociones amenazaba con salirse de su pecho, la emoción, la alegría, melancolía, tristeza. Sentía todo mezclado en una sola emoción. Amor.

—Estás muy grande, cariño. —sonrió. —Lucerys me dijo que eres mamá, me alegré como no tienes una idea.

—¿Lucerys?

—Claro, si te soy sincero no lo esperaba a él. –su mirada demostraba tristeza pura. Esos niños no llevaban su sangre, pero él los amaba con todo su corazón. Siempre los amó, hasta el último día de su vida. —Me hubiera gustado que mi hijo viviera más tiempo, que creciera como era debido, encontrara el amor y fuera muy feliz.

Aema se quedó en silencio.

No sabía si eso era otro sueño, otra alucinación o si se estaba volviendo loca. Pero lo agradecía.

Agradecía poder volver a su padre, y que él la viera a ella.

—Estoy orgulloso mi niña.

Leanor acortó la distancia dándole un cálido abrazo a su pequeña niña. Para él Aema siempre será su bebé, no importaba si ya estaba grande, casada y con un hijo. Era su bebé.

Lágrimas salían de sus ojos continuamente sin parar. Estaba en los brazos de su papá, ¿que podía salir mal?

—Te extrañe, papá. –hizo más fuerza en el abrazo. Tenía miedo que se soltarlo el desaparecería.

—Yo también cariño. Pero por favor, no llegues conmigo pronto.

—No se si sea posible.

Sus ojos se conectaron con los de su padre haciéndole saber sus sentimientos con una sola mirada.

Muchos dicen que los ojos con la puerta del alma, y con su padre ella abría esa puerta.

Tú destino está escrito, vivirás por muchísimos años más. –sonrió. –Incluso más de los que puedas imaginar.

Fuego Y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora