#36: Semillas de dragón

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Había despertado más temprano de lo normal

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Había despertado más temprano de lo normal. El sol todavía no salía, y el castillo se encontraba en silencio.

Le costaba acostumbrarse a despertar en un sitio nuevo, se había acostumbrado por completo a la habitación que tenía en DragonStone.

Su mente estaba en lío, recordaba todo lo de ayer. Cada palabra, cada caricia, cada abrazo. Le costaba creer que solo había sido un sueño, uno muy tranquilizador y acogedor. Después de todo su padre había muerto hace mucho tiempo, al igual que una gran parte de la familia. Y los que quedaban vivos eran perseguidos por el extraño.

Trató de dejar todos esos pensamientos para después, hoy se encargaría de hablar con los líderes de las casas de los ríos, dirigidos por los Tully. Sabía que Daemon no era muy querido por ellos, por lo que debía tomar un papel importante en esa charla.

Salió de su habitación vistiendo un conjunto de montar negro con detalles rojos y su espada. Últimamente no utilizaba vestidos glamurosos como solía hacerlo antes, ahora pasaba de un lado para otro, sin saber cuando podría descansar bien. Al no saber cuando volaría, prefería estar vestida de una vez para aprovechar el tiempo.

—Buenos días. –saludó a Daemon llegando al comedor. —¿Mala noche?

—Ni que me lo digas. –mencionó quitando sus manos de su rostro. Se veía frustrado y agotado.

—¿No puedes dormir?

—Para nada, cada que lo intento pasan cosas raras.

—Creo que te entiendo. –mencionó ella recordando todos los sueños que tenía. Ella no se consideraba una soñadora, como antepasados lo habían hecho. Era más de las personas que se duermen tranquilamente y no sueñan.

—¿Ya te pasó?

¿No habían tenido esta conversación antes?

¿O acaso también fue un sueño?

—Vi a Aemond, a mi esposo y a mi papá en una misma noche. –bufó sentándose junto a él. —Eso fue muy raro.

—Lo es, dicen que es por que el castillo está embrujado.

—¿Tú crees eso? –levantó una de sus cejas.

—A estas alturas todo es posible.

Su conversación se vio interrumpida por el propietario del castillo en el que se encontraban.

—Llegaron los señores de los ríos. –mencionó el Strong. Antes de que se pudieran levantar, volvió a hablar. —Princesa, le llegó un cuervo hace rato.

Fuego Y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora