Epílogo

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Todos reunidos en DragonStone, con brillantes armaduras, espadas y listos para montar a sus dragones

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Todos reunidos en DragonStone, con brillantes armaduras, espadas y listos para montar a sus dragones. Con el deseo de ponerle un fin a la guerra sin necesidad de seguir derramando más sangre.

Muchas vidas se habían perdido en el transcurso, unas se podían olvidar  y otras simplemente estaban siempre presentes. Lucerys Velaryon era inolvidable, y todos lo mantenían constantemente en sus mentes.  Un hijo por un hijo no era suficiente, ellos necesitaban la vida de Aemond y no descansarían hasta conseguirla.

Todos se encontraban preparados hasta que fueron interrumpidos por uno de los caballeros.

—¡¡Princesa!! Barcos se aproximan a la isla rondeandonos y cortando el paso marítimo.

—¿La reina ya lo sabe?

—Así es, solicita su presencia y la del peincipe Jacaerys. –ambos hermanos se miraron y salieron del lugar.

Caminaron a paso apresurado hasta el lugar donde su madre se encontraba, entrando por completo en el gran salón.

—¡¿Cuantos son?!

—Muchos. Creemos que pretenden quitar el bloqueo de los barcos de la serpiente marina y rodearnos para quedar incomunicados. —mencionó la reina.

—¿De donde salieron tantos barcos?

Eran muchos barcos para ser de Poniente, puesto que quienes más contaban con ellos eran los Velaryon que estaban de lado de los negros.

—Debe ser una alianza con las ciudades libres, es lo único que se me ocurre.

—Necesito dragones para quemar los barcos en lo que llegan los refuerzos de Corlys Velaryon.

—Yo iré. —mencionó Aema acomodando su armadura.

—¡No! Eres mi heredera legítima, y tus dragones son muy grandes, lo que los hace fácil de disparar.

—Madre, si no soy yo uno de los demás tendrán que ir.

—Entonces iré yo. —mencionó Jace.

—¡¡No!!–ahora hablaron las dos.

—Ya perdí a Luk, no te perderé a tí.

La reina comenzaba a estresarse, tenía a dos de sus hijos pidiendo ser ellos quienes atacarán los barcos, y no sabía que debía elegir.

—Las semillas son inexpertas, yo soy jinete de dragon desde hace muchos años. Además, mi dragón es rápido y no tan grande.

—Jace, no te enviare solo.

—Yo iré con él. —volvió a hablar la princesa.

—¡¡Te dije que tú no iras!! —Rahenyra posaba sus manos en su frente en simbolo de estrés. —Mira Ema, te necesito para reclamar el trono, no puedo enviarte.

Fuego Y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora