#29: Lealtad

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Aema salió de los aposentos de su madre ecaminandose por los pasillos de la fortaleza.

—Sir Errick. –saludó al caballero que caminaba en el pasillo.

—Princesa. -mencionó haciendo uan reverencia. 

El caballero siguio su camino ante la atenta mirada de la princesa. Algo que notó era su capa sucia en las puntas, pero era un buen hombre, fue leal y servicial con su familia toda la vida.

Siguio su camino despojandose su armadura, estaba tan cansada que le ordenó al la primera criada que vio que guardará su armadura.

Al doblar la esquina se volvió a topar a Sir Errick.

—Sir Errick. –mencionó confundida.

—Alteza. –respondió haciendo una reverencia mientras pasaba de largo

A la princesa le dio curiosidad ver que ahora la capa del caballero se encontraba limpia, lo raro es que no había otro camino por el cual Errick pudo pasar para llegar primero que ella.

—Sir Errick. –lo interrumpió en el camino

—¿Ocurre algo alteza?

—¿Cambio su capa?

—¿Mi capa? ¿Por qué deberías de cambiarla?

Ambos abrieron sus ojos completamente por el asombro, y comenzaron a correr en dirección a los aposentos de la reina.

Abrieron la puerta y se encontraron a sir Arryck a punto de atacar a Rahenyra.

El caballero corrió a atacar a su hermano y Aema a proteger a su madre.

—¡¡Hermano no lo permitiré!!

Ambos gemelos que luchaban por lo que creían correcto comenzaron a luchar en un duelo sangriento. Aema quería ayudar a Errick pero no sabía cuál de los dos era, su inmenso parecido la confundía completamente al tal punto de no poder interferir por miedo a dañar al incorrecto.

—Quédate detrás de mi, majestad.

No tenía sus espada en mano, se la había entregado a la criada junto a su armadura, por lo que hagarro lo primero que encontró para utilizarlo en caso de defenderse. Tenía un candelabro en la mano y con la otra sujetaba a la reina detrás.

Los dos hermanos siguieron su disputa, ambos se golpeaban desgarradoramente.

—Haciamos todo juntos.

—¡¡Tú nos separaste!! Pero aún te amo, hermano.

Uno de los dos desgarró la muñeca del otro haciéndolo caer y soltar su espada. Al levantarse con su arma, el otro ya lo había apuñalado.

Aema no sabía cuál era cual, no sabía si murió Arryck o Errick.

—Perdoneme majestad....

—¡¡Arrick no!!—y se apuñaló quedando su cadáver en el suelo.

Fuego Y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora