El destino de Aema, la primogénita de Rhaenyra, estaba escrito desde antes de su nacimiento. Muchos dicen creer como será el futuro de la princesa, sin embargo no todo es lo que parece y pueden llegar a pasar cosas jamás antes vistas.
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No tod...
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Con los guardianes en negación, controlar a los dragones sería una tarea para Aema y su madre.
La princesa era consciente que entre más pura la sangre de Valyria, más obedecerian los dragones. Y con la reciente confección de que su padre biológico era Daemon y no Laenor, sabía que su sangre era más pura de lo que la consideraba.
Ambas mujeres al finalizar la conversación con los bastardos los dirigieron hasta poso de dragon, donde uno a uno tratarían de montar al primer dragón, y el más rebelde de todos. Vermithor.
-Ven aquí, Vermithor. -mencionó en un perfecto alto valyrio la monarca.
El dragón se levantó de su lugar y poco a poco se comenzó a acercar. Al observar a todas las personas que se encontraban en el lugar se comenzó a incomodar, soltando rugidos.
Los dragones se ponían a la defensiva con personas que no conocían, y que no eran sus jinetes. Por eso era importante hacerles saber a los dragones que los desconocidos no eran enemigos.
Rahenyra miro a su hija, y ella comenzó a cantar la canción que de pequeña su madre solía cantarle cuando hacía berrinches. En el pasado ella le había mencionado que esa canción en alto valyrio era más que todo dirigida a los dragones, pero como para Rahenyra sus hijos eran sus pequeños dragoncitos, la cantaba para calmarlos.
-Drakari Pykiros, Tikumo jermiros. -(Respirador de fuego, lider alado) Mencionó haciendo una pausa.
-¡¡Calma Vermithor!! -habló la reina
-Yn Iantyz bastossa. Saelot vāedis. -(dos cabezas, que a una tercera cantan)
-¡¡Obedece!!
-Hen ñuhā elēnī, Perzyssy vestretis.- (De mi voz el fuego ha hablado)
El dragón comenzó a calmarse poco a poco. Se acercó a ambas y suspiró haciendo que el cabello de los presentes se elevara. La acción que hizo el dragón, fue oler la sangre Valyria de las mujeres, y así poder obedecer.
-Se gēlyn irūdaks, Ānogrose. -(El precio ha sido pagado con sangre mágica)
Su madre puso su mano sobre la cabeza del dragon. Ya más tranquilo ambas pudieron quedar en silencio.
Era esa conexión única que solo poseían aquellos con la sangre mágica, como lo llamaban los maestres. Los dragones podían obedecer en ciertas ocasiones a personas que no fueran sus jinetes, como en ese momento. Vermithor reconocía la sangre de Rahenyra, y por ende obedecía a la sangre mágica.
Vermithor llevaba mucho tiempo sin un jinete, desde que el rey Jacaerys murió, he incluso no sé sabe si ya en su vejez el rey montaba a su dragón. Pero eso, incluyendo a difícil personalidad del dragon, hacían que esta fuera una tarea difícil. Pero todo tiene sus beneficios, y era que tener su gran tamaño y fuerza en combate sería una ventaja que los enemigos no se esperan.
