El destino de Aema, la primogénita de Rhaenyra, estaba escrito desde antes de su nacimiento. Muchos dicen creer como será el futuro de la princesa, sin embargo no todo es lo que parece y pueden llegar a pasar cosas jamás antes vistas.
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No tod...
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El jinete de ala de plata no dejaba de comportarse como un insolente. Jace se lo había encontrado y habían discutido, estaba cansado de ese tipo de personas. Ahora su madre los hacía cenar todos juntos, los príncipes, y las semillas de dragón.
Aema comía de su plato muy incómoda, núnca antes había estado en la misma mesa que personas sin modales. Especialmente el jinete de ala de plata, el de Vermithor era más educado y con modales.
—¡Más vino aquí! Da sed montar un dragón. –exigió.
La reina se levantó de su sitio y levantó su copa.
—Un brindis, por los nuevos jinetes. –mencionó. –ustedes tres, no son de cuna nombre pero han hecho algo que no se había soñado hasta ahora.
Solo la reina y los bastardos brindaron, pues Jace, Aema y Baela estaban disgustados por el comportamiento de uno de ellos.
—Les he confiado un poder que solo pocos han conocido, y les encargo que lo tomen con lealtad y respeto. –mencionó Rahenyra. —Sirvanme bien y los haré caballeros del reino.
—Ah ¿que opinan de eso amigos? Seremos caballeros, así nada más. –mencionó con su típica voz de presumido.
—No le fallaremos mi reina. —hablo esta vez Addam.
—¿Qué debemos hacer?
—Yo pensé que su sola precensia sería suficiente. Pero Lord Corlys tiene razón, debemos atacar mientras tenemos la ventaja, y acabar con la guerra. Estudien a sus bestias y sus órdenes. —hizo una ligera pausa para seguir hablando. —Volarán en dos días.
Su madre la miró y movió su cabeza indicándole que también hablara.
—Las fortalezas del usurpador también serán sometidas, arderá toda aquella casa, hombre o mujer que proclamen al usurpador, solos sin aliados no tendrá más que rendirse.
—¿Desea que matemos a inocentes? –preguntó Baela indignada.
—¿Y a tantos?
—Es difícil, pero no se puede evitar. –habló Jace.
Aema lo miró y también habló.
—No son inocentes aquellos que cometan traición contra la reina dragón.
Todos quedaron en silencio, muchos pensamientos rondaban por cada mente de los que ahora se encontraban cenando.
—Debemos quebrantar la voluntad del enemigo, o más morirán en un conflicto que se prolongue sin fin.
