Capitulo 2

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Después de la ducha, Thalia se puso su pijama y bajó a la cocina, donde su madre estaba preparando la cena.

-¿Todo bien, querida? -Preguntó Emily, notando la expresión pensativa de su hija.

-Sí, solo... pensando en algunas cosas. - Respondió Thalia, evitando mencionar a Dean y el colgante.

Emily sonrió y continuó cocinando. Thalia se unió a ella, ayudando a cortar los vegetales mientras su mente vagaba. Durante la cena, la conversación fue ligera y familiar, pero Thalia no podía dejar de pensar en el extraño colgante y las palabras de Dean.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Thalia volvió a mirar el colgante. Estaba segura de que había brillado antes, pero ahora parecía ser solo un simple trozo de madera. Lo puso en su mesita de noche y se metió en la cama, esperando que el sueño la llevara lejos de sus inquietudes.

Los días siguientes transcurrieron sin incidentes. Thalia continuó trabajando en el café, haciéndose cada vez más amiga de Sarah y conociendo mejor a los clientes habituales. Sin embargo, Dean no volvió al café, y Thalia se encontró esperando cada día a que la campana de la puerta anunciara su llegada.

Una tarde, mientras Thalia servía una taza de té a la señora Hudson, una anciana que frecuentaba el café, la campana sonó y su corazón dio un vuelco. Pero no era Dean, sino un grupo de turistas que buscaban un lugar donde descansar. Thalia se reprendió a sí misma por haberse ilusionado y continuó con su trabajo.

Después de su turno, decidió dar un paseo por el pueblo, intentando despejar su mente. Las calles de Alderwood eran tranquilas, y la brisa fresca del atardecer le proporcionaba un respiro. Caminó sin rumbo fijo, dejándose llevar por el ambiente sereno del lugar.

Al girar una esquina, se encontró frente a la biblioteca del pueblo, un edificio antiguo y acogedor. Thalia decidió entrar, atraída por la idea de perderse en un buen libro. La biblioteca estaba casi vacía, salvo por la bibliotecaria y un par de estudiantes. Thalia se dirigió a las estanterías de libros antiguos, siempre había algo en los libros viejos que la fascinaba.

Mientras recorría los estantes, un libro llamó su atención. Era un tomo pequeño y desgastado, con una portada de cuero marrón y sin título. Thalia lo tomó y lo abrió con cuidado. Las páginas estaban llenas de dibujos detallados y textos en un idioma que no reconocía, similar a las inscripciones en el colgante.

-Interesante elección. - Dijo una voz detrás de ella.

Thalia se giró y vio a la bibliotecaria, una mujer mayor con una sonrisa amable.

-Es un libro de nuestra colección especial. No muchos lo eligen. - Continuó la bibliotecaria-. Tiene una historia fascinante.

-¿De qué trata? - Preguntó Thalia, intrigada.

-Se dice que contiene conocimientos antiguos sobre leyendas y mitos de nuestra región. Algunos creen que habla de secretos olvidados hace mucho tiempo.

Thalia sintió un escalofrío recorrer su espalda. Cerró el libro y decidió llevárselo. Después de registrarlo, agradeció a la bibliotecaria y se dirigió a casa.

Esa noche, en la quietud de su habitación, Thalia se sentó en su escritorio y abrió el libro de nuevo. A medida que pasaba las páginas, trataba de encontrar algún significado en los dibujos y símbolos. Sus pensamientos se volvieron hacia Dean y sus palabras crípticas.

El colgante descansaba en la mesita de noche, aparentemente inactivo. Pero Thalia sabía que había algo más en él, algo que aún no podía comprender. Cerró el libro con un suspiro y se recostó en la cama, sintiendo el peso del misterio sobre sus hombros.

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