Capítulo 21

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El viento cortante de la tarde invernal azotaba las ventanas de la casa de Thalía mientras ella permanecía sentada en el sofá, abrazada a sus rodillas, perdida en sus pensamientos. Todo lo que había descubierto en los últimos días no dejaba de martillar en su cabeza. Raziel, Liora, Elise... y Dean. La imagen de su rostro la perseguía, una mezcla de dolor y desesperación que no podía sacudirse.

Las palabras de Liora resonaban en su mente, especialmente aquella confesión que aún no terminaba de asimilar del todo: Dean había fallado. Había fallado en proteger a Elise, y quizás había algo oscuro en él que aún no había salido a la luz. Aquel secreto seguía carcomiendo su corazón. ¿Cómo podía confiar en él si había ocultado algo tan crucial? Thalía sabía que no podía ignorar lo que Liora había revelado, pero tampoco podía negar los sentimientos que habían crecido por Dean. Era una batalla interna entre la razón y el corazón, una lucha que la agotaba con cada segundo que pasaba.

Justo cuando el crepúsculo comenzaba a caer sobre la ciudad, escuchó el timbre de la puerta. El sonido la sacó de su letargo, haciéndola levantar la vista. Sabía quién era, y su corazón dio un vuelco cuando abrió la puerta y se encontró frente a Dean.

Sus ojos, normalmente calmados y serenos, parecían agitados, casi como si él mismo estuviera luchando con algo profundo. La nieve cubría su cabello oscuro y su abrigo, y por un instante, parecía casi irreal, como si perteneciera a otro mundo, lo cual, ahora más que nunca, parecía cierto.

-Thalía, necesitamos hablar. - Dijo con una voz grave y determinada.

Thalía lo miró, el corazón latiéndole en los oídos, pero al mismo tiempo, había una sensación de distancia entre ellos que no podía ignorar. Asintió lentamente, dando un paso hacia atrás para dejarlo entrar. Dean cerró la puerta detrás de él y la siguió hacia el salón, el peso de lo que estaba por decir colgando en el aire como un presagio oscuro.

Se sentaron uno frente al otro, la mesa de centro como una frontera invisible entre ambos. Dean la miró directamente a los ojos, su mirada intensa y llena de una mezcla de tristeza y resignación.

-Hay algo que debes saber. -Comenzó Dean, su voz sonando más profunda de lo habitual-. Algo que debí haberte contado desde el principio, pero... no sabía cómo hacerlo.

Thalía tragó saliva, sintiendo el nudo de tensión en su garganta.

-¿Qué es? - Preguntó, su voz apenas un susurro.

Dean suspiró, bajando la vista por un momento antes de volver a encontrar la mirada de Thalía. Sus ojos, por lo general insondables, ahora reflejaban el peso de su historia.

- Soy... un ángel caído.

La revelación cayó como una bomba, sacudiendo el aire a su alrededor. Thalía sintió que su corazón se detuvo por un instante. La palabra "caído" reverberó en su mente como un eco interminable. Su rostro palideció, y una mezcla de sorpresa, miedo y confusión nubló sus pensamientos.

-¿Qué? - Murmuró, su voz temblorosa. - ¿Cómo es posible?

Dean se inclinó hacia adelante, su expresión llena de remordimiento.

-En un tiempo, fui uno de los ángeles de mayor rango en el cielo.- Comenzó a explicar. - Estaba entre los más cercanos a los arcontes, aquellos que se encargaban de mantener el equilibrio entre los reinos. Pero cometí un error... una traición a las leyes del cielo. Mi compasión por la humanidad me llevó a desafiar ciertas reglas que no podían ser quebrantadas. Y por eso, fui expulsado.

El silencio entre ellos era tan profundo que parecía envolverlos. Thalía apenas podía procesar lo que estaba escuchando. Había conocido a Dean como un protector, un ser noble que velaba por ella, pero ahora todo estaba teñido de sombras.

-¿Por qué no me lo dijiste antes? -Preguntó Thalía, la voz casi ahogada por la confusión.

Dean inclinó la cabeza, sus ojos mostrando un dolor profundo.

-Porque no quería que pensaras mal de mí. Lo que fui... no define lo que soy ahora. Me he arrepentido de mi caída desde el momento en que sucedió, y he intentado enmendarlo de todas las formas posibles. Protegerte, guiarte... todo ha sido parte de mi redención.

-Pero si eres un ángel caído... -Empezó Thalía, luchando por encontrar las palabras. - ¿cómo puedo confiar en ti? ¿Cómo sé que no harás lo mismo de nuevo?

Dean se levantó de su asiento, su figura imponente y tensa mientras comenzaba a pasearse por la sala.

-Lo entiendo, Thalía. Sé que esto es mucho para digerir. Pero nunca haría nada para ponerte en peligro. Caí porque amaba demasiado a los humanos, no porque los despreciara. He pasado siglos vagando, buscando formas de redimirme, y proteger a los elegidos como tú es parte de mi penitencia.

Thalía se levantó también, sintiendo que la habitación se hacía más pequeña, su respiración se volvió rápida y entrecortada. Sentía que el suelo bajo sus pies se desmoronaba.

-¿Y Elise? - Preguntó finalmente, su voz entrecortada. - ¿Qué pasó con ella? ¿Tu caída tuvo algo que ver con su muerte?

Dean se detuvo en seco, sus hombros se hundieron como si el peso de esa pregunta lo aplastara.

-Elise... - Dijo en un susurro. - Ella... fue mi mayor fracaso. No la protegí como debí. Pero no fue por malicia, ni por negligencia. Estábamos en medio de una guerra entre los reinos, una guerra que ahora ha llegado a la Tierra. En el caos de la batalla... la perdí.

Thalía sintió un torrente de emociones atravesarla. Estaba furiosa, dolida, pero también triste por Dean. Verlo ahí, confesando sus errores con tanto dolor, la hizo darse cuenta de que, aunque él había cometido errores, también había sufrido enormemente por ellos.

-¿Y ahora? - Preguntó, su voz sonando más firme. - ¿Qué pasa ahora?

Dean se acercó lentamente a ella, sus ojos llenos de determinación.

-La guerra entre el cielo y el infierno ha estallado nuevamente, y esta vez no se mantendrá oculta. Los ángeles y los demonios se están preparando para la batalla final, y la Tierra es el campo de batalla. No tenemos mucho tiempo. Los demonios han comenzado a abrir portales, y pronto, la guerra no solo será espiritual; será física.

Thalía lo miró fijamente, sus palabras resonaban como truenos en su cabeza.

-¿Qué significa eso para nosotros? - Preguntó, sintiendo una nueva ola de incertidumbre.

Dean se acercó un poco más, su expresión grave pero decidida.

-Significa que tienes que estar preparada, Thalía. Porque aunque no quieras, eres parte de esto. Tú y los demás elegidos serán la clave para inclinar la balanza. Y yo... estoy aquí para asegurarme de que no te suceda lo mismo que a Elise. Pero necesito que confíes en mí, a pesar de todo lo que has escuchado.

El silencio que siguió fue espeso, cargado de emociones no expresadas y decisiones por tomar. Thalía no sabía si podía volver a confiar plenamente en él, no después de lo que había descubierto. Pero también sabía que no podía hacerlo sola. Fuera lo que fuera, necesitaba a Dean, y él necesitaba a ella. Pero la guerra estaba llamando a su puerta, y pronto tendría que tomar una decisión que cambiaría el destino de ambos.

Afuera, la nevada se intensificaba, cubriendo el mundo con un manto blanco, mientras el rugido de la tormenta se acercaba cada vez más.

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