La mañana llegó suavemente, con una luz pálida colándose a través de las ventanas cubiertas de escarcha de la casa de Dean. Thalía se despertó en el sofá, envuelta en una manta que no recordaba haber colocado sobre sí misma. Aún medio dormida, observó las brasas agonizantes de la chimenea y el suave sonido del viento golpeando las ventanas.
El recuerdo de la noche anterior la golpeó de golpe. Dean. Sus palabras. Sus confesiones.
Thalía se sentó, estirando los brazos y tratando de despejar su mente. Todo lo que Dean le había dicho seguía retumbando en su cabeza. Se sentía confundida, atrapada entre la emoción de sus palabras y el miedo de lo que eso significaba. ¿Cómo podía manejar una situación tan complicada? ¿Cómo podría equilibrar todo lo que ya estaba ocurriendo en su vida con esos nuevos sentimientos que habían salido a la superficie?
Escuchó pasos suaves detrás de ella y se giró para ver a Dean entrar en la sala, con dos tazas de café humeante en las manos. Le sonrió ligeramente al verla despierta.
—Buenos días. — Dijo, acercándose con una de las tazas. — Pensé que podrías necesitar esto.
Thalía aceptó la taza con una sonrisa vacilante, agradecida por el gesto y por la oportunidad de distraerse del torbellino de emociones que sentía.
—Gracias. — Respondió, tomando un sorbo del café caliente, dejando que la bebida le calentara por dentro. — No sabía que eras madrugador.
Dean se encogió de hombros mientras se sentaba en el sillón frente a ella.
— Me acostumbré a no dormir mucho. Además, anoche hubo muchas cosas en las que pensar.
Thalía asintió, recordando nuevamente la conversación de la noche anterior. Se sentía tensa, pero también sabía que necesitaban hablar más sobre ello. No podía simplemente ignorar lo que había pasado entre ellos.
— Sobre lo que dijiste anoche... —Empezó, dejando que las palabras fluyeran despacio. — Dean, no sé qué hacer con todo esto. No estaba preparada para... bueno, para esto.
Dean se apoyó en el respaldo del sillón, mirándola con paciencia.
—No tienes que estarlo. —Respondió, su tono sereno. — No espero que tengas todas las respuestas ahora, Thalía. Lo único que quiero es que sepas cómo me siento. El resto... podemos averiguarlo juntos, si es lo que decides.
Sus palabras, tranquilas y sinceras, la hicieron sentir un poco más en paz. Sabía que Dean no estaba presionándola, que no había expectativas más allá de la verdad que él ya había revelado. Pero aún así, la idea de tener que lidiar con esos sentimientos la abrumaba.
—Gracias por ser honesto conmigo. — Dijo finalmente, levantando la vista hacia él. — Pero también necesito ser honesta contigo. Todo esto me asusta, Dean. No solo por lo que pueda significar para nosotros, sino porque... nunca antes me había sentido así por alguien.
Dean la observó en silencio, procesando sus palabras. Parecía entender su lucha, como si él mismo también hubiera pasado por algo similar.
—Tienes derecho a sentirte así. — Le aseguró. — No es fácil aceptar que las cosas han cambiado. Y lo último que quiero es que sientas que te estoy empujando en una dirección que no quieres tomar.
Thalía lo miró a los ojos, sintiendo el peso de sus palabras. No era solo la confesión de Dean lo que la había dejado tan inquieta; también eran los sentimientos que ella misma empezaba a desarrollar, que nunca había permitido surgir del todo hasta ahora.
—Solo necesito tiempo. — Dijo en voz baja, casi como un susurro.
Dean asintió una vez más.
— Tienes todo el tiempo que necesites. — Respondió suavemente. — No voy a ninguna parte.
El silencio se extendió entre ellos nuevamente, pero esta vez era un silencio más cómodo, uno lleno de entendimiento en lugar de incertidumbre. Thalía dejó que las palabras de Dean se asentaran en su mente mientras sorbía el café, apreciando el calor que brindaba tanto la bebida como la tranquilidad que él había traído a su vida.
Cuando terminaron el café, Thalía se levantó del sofá y miró por la ventana. La niebla seguía espesa afuera, envolviendo todo en un misterioso velo blanco, y la nieve continuaba cayendo en copos grandes y suaves. El paisaje era casi irreal, una extensión infinita de blanco y gris que parecía detener el tiempo.
—Es hermoso, ¿verdad? — Dijo Dean, acercándose a ella. Su voz era un susurro, como si no quisiera romper la calma de la mañana.
—Lo es. — Respondió Thalía, con la mirada perdida en la nieve que cubría los árboles. — Parece otro mundo.
Dean se acercó un poco más, quedándose a su lado, ambos mirando el exterior en silencio.
—Quizá lo sea. — Murmuró él, casi en un tono reflexivo. — A veces, estos momentos, fuera de todo lo que conocemos, parecen existir en su propia burbuja. Como si fueran apartados del resto del mundo, donde todo es más simple, más claro.
Thalía sintió el peso de sus palabras y la familiar calidez que siempre había sentido cuando estaba cerca de él. Y por primera vez en mucho tiempo, se permitió disfrutar de ese momento. No pensar en lo que había sucedido antes ni en lo que podría pasar después, sino simplemente estar presente en ese pequeño rincón de paz que habían encontrado juntos.
Dean la observó de reojo, notando cómo su semblante parecía relajarse poco a poco. Había algo en la manera en que Thalía se permitía bajar la guardia en esos momentos que lo hacía sentir más conectado a ella de lo que jamás había estado con nadie. Y mientras estaban allí, en medio de la niebla y la nieve, supo que cualquier desafío que enfrentaran, lo enfrentarían juntos.
—Vamos a caminar. — Dijo de repente, con una chispa de emoción en su voz.
Thalía lo miró sorprendida.
—¿Ahora? — Preguntó con una sonrisa divertida. — ¿En esta nieve?
Dean sonrió de vuelta, con un destello travieso en sus ojos.
—Claro, ¿por qué no? — Respondió.— A veces, las mejores experiencias suceden en los momentos más inesperados.
Thalía no pudo evitar reírse mientras sacudía la cabeza, pero algo en su interior la impulsó a seguirlo. Se puso el abrigo nuevamente y, antes de que pudiera procesarlo del todo, ambos estaban fuera, caminando por el camino cubierto de nieve que rodeaba la casa de Dean.
La nieve era profunda, lo suficiente como para cubrir sus botas hasta los tobillos, y la niebla hacía que el mundo se sintiera más pequeño, más íntimo. Sin embargo, había una sensación de libertad en el aire, como si el peso de sus preocupaciones se hubiera disipado con cada paso que daban.
Caminaron en silencio por un rato, disfrutando del crujido de la nieve bajo sus pies y del aire frío que llenaba sus pulmones. Thalía, a pesar de la incertidumbre que aún sentía, encontró consuelo en ese paseo, en la compañía de Dean y en la extraña belleza del paisaje invernal.
—Gracias por esto. — Dijo finalmente, rompiendo el silencio.— No sé qué haría sin ti en todo esto.
Dean la miró, sus ojos brillando con una mezcla de ternura y determinación.
—Siempre estaré aquí para ti, Thalía. Siempre.
Thalía lo miró a los ojos, sintiendo el calor de su sinceridad. Sabía que lo decía en serio, que no era solo una promesa vacía. Y aunque el futuro aún estaba lleno de incógnitas, por primera vez en mucho tiempo, no se sentía tan sola enfrentando lo que estaba por venir.
Los dos siguieron caminando juntos, envueltos en la niebla y la nieve, sabiendo que su viaje, por difícil que fuera, apenas había comenzado.

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Angels
Ficção CientíficaThalia es una chica que está tratando de conseguir un trabajo de camarera cuando conoció a Dean, un chico misterioso cargado de secretos que podría cambiar el mundo de Thalia al completo. ⚠️ Personajes basados en mi propia adaptación No copyright