Capítulo 17

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El invierno había dejado su huella con una nevada que parecía no tener fin. Las ramas de los árboles se arqueaban bajo el peso de la nieve, y el aire estaba impregnado del silencio único que trae consigo la acumulación de copos en el suelo. Mientras la casa de Dean permanecía envuelta en este manto blanco, dentro, una calidez palpable comenzaba a desarrollarse entre ellos.

Thalía estaba sentada junto a la chimenea, mirando las llamas bailar. Se sentía extrañamente tranquila en ese momento, algo que no había sentido en mucho tiempo. Dean se encontraba en la cocina, preparando algo para comer, su figura alta y tranquila trabajando con fluidez. A veces, entrecruzaban miradas, y aunque ninguno de los dos hablaba mucho, la conexión era clara.

Con el tiempo, lo que había comenzado como una simple compañía ahora se sentía más profundo, más íntimo. Dean tenía una manera de estar presente que era reconfortante, como si no necesitara forzar nada. Thalía podía ser ella misma con él, y eso era lo que más la sorprendía. Las tensiones que antes existían en su relación, las dudas que había sentido, parecían haberse disipado como el vapor que subía de las ollas en la cocina.

Sin embargo, aunque la calma reinaba en el ambiente, había algo que permanecía latente en el aire. Era una mezcla de emoción y confusión, un sentimiento que Thalía no podía sacudirse del todo. Mientras observaba el fuego, sus pensamientos volvieron a los últimos días, a los momentos compartidos con Dean, a los pequeños gestos que habían hecho que su relación se sintiera diferente.

El crujido de la puerta de la cocina la sacó de sus pensamientos. Dean apareció con dos platos en las manos, una sonrisa ligera en su rostro.

-Nada muy elaborado, pero espero que te guste. - Dijo, colocando los platos sobre la mesa frente a la chimenea.

Thalía sonrió, agradecida. Dean se había tomado el tiempo de cocinar para ellos, algo que siempre le resultaba un gesto amable y que apreciaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

-No necesitabas molestarte tanto. - Dijo ella mientras tomaba el tenedor y observaba lo que había preparado.

Dean se encogió de hombros, sentándose junto a ella.

-Quería hacerlo. - Respondió sencillamente. - Además, después de todo lo que ha pasado, pensé que merecíamos un poco de normalidad, aunque sea por un rato.

Thalía asintió, sabiendo exactamente a qué se refería. Después de tantas revelaciones, entrenamientos y la constante sensación de que algo más grande estaba en juego, la normalidad parecía una rara joya.

Comieron en silencio durante un rato, pero no era un silencio incómodo. Ambos estaban envueltos en sus pensamientos, en la comodidad del momento. Pero, inevitablemente, la conversación volvió a girar hacia ellos.

-Dean. - Comenzó Thalía después de un momento, su voz suave pero decidida. - He estado pensando mucho sobre lo que dijiste... sobre nosotros.

Dean la miró, dejando el tenedor sobre el plato. No dijo nada al principio, pero su mirada estaba llena de atención.

-No sé si alguna vez estaré completamente segura de lo que siento. - Continuó Thalía. - Pero no puedo negar lo que ha estado pasando entre nosotros. Todo esto es tan nuevo para mí. Nunca me había permitido sentir algo así por nadie... y menos bajo estas circunstancias.

Dean la escuchó atentamente, sus ojos fijos en los de ella.

-No tienes que apresurarte en decidir lo que sientes, Thalía. - Dijo él, con una voz profunda y reconfortante. - Lo importante es que seas sincera contigo misma. Sé que no es fácil... especialmente con todo lo que estamos enfrentando.

Thalía dejó escapar un suspiro, sintiéndose un poco más ligera al escuchar sus palabras.

-Es solo que... estoy acostumbrada a resolver las cosas por mi cuenta. - Admitió.- Pero ahora, contigo, es diferente. No sé cómo manejarlo. Me asusta depender de alguien de esa manera.

Dean asintió lentamente.

-Lo entiendo. - Respondió él. - He vivido mucho tiempo manteniendo a las personas a cierta distancia. Pero eso cambia cuando encuentras a alguien que... de alguna manera, encaja contigo. Alguien que te hace sentir que está bien dejar de lado tus defensas.

Thalía lo miró, notando la vulnerabilidad en sus palabras. A veces olvidaba que Dean, a pesar de su apariencia calmada y fuerte, también tenía sus propias luchas internas. Era fácil verlo como alguien que lo tenía todo bajo control, pero sabía que había mucho más debajo de la superficie.

El silencio se instaló nuevamente entre ellos, pero esta vez estaba cargado de emociones no expresadas, de un entendimiento que iba más allá de las palabras. Thalía sentía que estaban en un punto de no retorno, una línea invisible que, una vez cruzada, cambiaría todo.

Dean fue quien rompió el silencio, con una suavidad que la sorprendió.

-No tienes que hacer nada que no quieras. - Dijo, sus ojos fijos en ella. - Solo quiero que sepas que, pase lo que pase, estoy aquí. Y si alguna vez decides que esto no es lo que quieres... lo respetaré.

Thalía sintió un nudo en la garganta. Sus palabras la conmovieron más de lo que esperaba. Saber que Dean estaba dispuesto a darle espacio, a no presionarla, la hizo sentir segura, algo que no había sentido en mucho tiempo.

-Gracias, Dean. - Susurró ella, conmovida. - Eso significa mucho para mí.

Dean esbozó una leve sonrisa, pero no dijo nada más. Ambos se quedaron allí, frente al fuego, dejando que la comodidad de su presencia mutua hablara por ellos.

El resto de la noche transcurrió de manera tranquila. Conversaron sobre cosas más ligeras, tratando de dejar de lado por un rato las complicaciones de sus emociones. Sin embargo, Thalía no pudo evitar notar cómo sus manos se rozaban de vez en cuando, cómo sus miradas se encontraban y se sostenían más tiempo del necesario. Era como si una tensión palpable existiera entre ellos, una tensión que ambos sabían que eventualmente tendría que resolverse.

Finalmente, la noche llegó a su fin. Thalía se levantó para ir a su habitación, mientras Dean recogía los platos de la cena. Antes de desaparecer por las escaleras, se detuvo y lo miró.

-Buenas noches, Dean. - Dijo ella, su voz baja y tranquila.

Dean la miró desde la cocina y sonrió.

-Buenas noches, Thalía.

Subió las escaleras con el corazón un poco más ligero. Mientras se acomodaba en la cama, con la nieve aún cayendo afuera, se permitió sentirse esperanzada por lo que pudiera venir. Tal vez las cosas no eran tan claras como le gustaría, pero por primera vez, sentía que, sin importar lo que sucediera, no estaba sola en este camino.

Dean, por su parte, permaneció un rato más en la sala, observando las llamas extinguirse en la chimenea. Sabía que había dado un paso importante, pero también sabía que todavía quedaba un largo camino por recorrer. Con un suspiro profundo, apagó las luces y se dirigió a su habitación, sabiendo que, por mucho que intentaran detenerlo, el vínculo entre ellos solo se haría más fuerte con el tiempo.

Y así, mientras la nieve cubría el mundo exterior, los dos se acostaron con la sensación de que algo había cambiado.

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