Capitulo 3

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Thalia se despertó temprano la mañana siguiente, con el colgante aún bajo su almohada. Lo tomó en sus manos y sintió la textura suave de la madera. Algo en su interior le decía que ese pequeño objeto era la clave para descubrir más sobre sí misma y el mundo que la rodeaba.

Después de vestirse, bajó a la cocina, donde su madre ya estaba preparando el desayuno.

— Buenos días, mamá. — Saludó Thalia, con una sonrisa.

—Buenos días, querida. Te ves más animada hoy. — Observó Emily, sirviendo una taza de café.

—Sí, conocí a alguien en la biblioteca que está interesado en ayudarme con una pequeña investigación. — Respondió Thalia, tratando de sonar casual.

Emily sonrió, contenta de ver a su hija tan motivada.

— Me alegra escuchar eso. La compañía siempre hace que las cosas sean más fáciles.

Thalia asintió y desayunaron juntas, disfrutando de la tranquilidad matutina. Una vez terminado el desayuno, Thalia recogió los libros que había traído de la biblioteca y se despidió de su madre antes de dirigirse al centro del pueblo.

La biblioteca estaba tranquila como siempre, y Thalia encontró a Simon en su habitual rincón, rodeado de libros y tomando notas en un cuaderno. Al verla, Simon levantó la vista y le sonrió.

—¡Hola, Thalia! — La saludó, con entusiasmo. — He estado revisando algunos textos y creo que encontré algo interesante.

Thalia se sentó junto a él, curiosa por saber qué había descubierto.

—¿Qué encontraste?

Simon le mostró un libro con una página marcada. Había un dibujo similar al colgante y un texto que explicaba algo sobre amuletos antiguos.

—Parece que estos colgantes eran utilizados por una antigua civilización para protegerse de fuerzas malignas. Eran considerados símbolos de poder y guía espiritual. — Explicó Simon.

Thalia observó el dibujo y leyó el texto con atención. La idea de que su colgante tuviera un propósito tan importante la llenó de asombro y un poco de temor.

—¿Crees que esto tenga algo que ver con lo que Dean me dijo? —preguntó Thalia, reflexionando sobre las palabras de Simon.

—Es posible —respondió Simon—. Pero necesitamos más información. Tal vez haya más textos que nos puedan dar una mejor comprensión de cómo funciona y qué se espera de ti.

Pasaron la mañana investigando, sumergiéndose en los libros y tomando notas. La conexión entre los símbolos en el colgante y los textos antiguos se hacía cada vez más clara, aunque todavía había muchas piezas del rompecabezas por encajar.

A medida que el día avanzaba, Thalia sintió la necesidad de tomar un descanso. Propuso a Simon salir a tomar un poco de aire fresco y tal vez un café en el café donde trabajaba. Simon aceptó, y juntos caminaron hasta el establecimiento.

Una vez allí, se sentaron en una mesa cerca de la ventana, disfrutando de la vista del pueblo mientras bebían sus cafés.

—Esto es realmente fascinante —dijo Simon, rompiendo el silencio—. Nunca pensé que me encontraría con algo tan intrigante en un pequeño pueblo como Alderwood.

—Yo tampoco —respondió Thalia—. Todo esto ha sido tan inesperado. Pero siento que hay algo más grande detrás de todo esto, algo que debo descubrir.

Simon asintió, comprensivo.

—Lo descubriremos juntos, Thalia. Estoy seguro de que estamos en el camino correcto.

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