Capítulo 10

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Thalia se despertó antes del amanecer. Una fina luz gris entraba por las cortinas de su habitación, bañando el lugar con un aire de calma y silencio. Había sido una noche inquieta; entre los sueños fragmentados y el peso de las revelaciones de los últimos días, se había despertado varias veces, sintiendo una extraña mezcla de emoción y ansiedad.

Sabía que todo había cambiado desde que Dean había revelado su verdadero propósito y la conexión que ella tenía con algo más grande que su vida cotidiana. Sin embargo, aún sentía dudas y una desconfianza residual. Aunque había decidido entrenar, todavía no podía sacudirse del todo la sensación de que quizás todo esto era demasiado, que ella simplemente no encajaba en el papel que Dean le decía que debía cumplir.

Después de preparar un café y tomar un pequeño desayuno, decidió salir a dar un paseo. Aún era temprano, y el sol apenas comenzaba a aparecer en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Caminaba por los senderos cercanos a su casa, respirando el aire fresco de la mañana, tratando de encontrar claridad en medio de todo el caos que había invadido su vida.

No había dado muchos pasos cuando sintió una presencia familiar a su lado. Dean estaba de pie en la acera, observándola con una expresión tranquila. No llevaba su habitual abrigo negro, sino una chaqueta sencilla, lo que lo hacía parecer casi... humano. Por un momento, Thalia olvidó que él era algo más que un hombre, que en realidad era un ser celestial con una misión.

—¿Siempre haces esto? — Preguntó Thalia, medio en broma, con una pequeña sonrisa en los labios. — ¿Aparecer de la nada?

Dean esbozó una sonrisa en respuesta.

—Solo cuando es necesario. Aunque me alegra ver que estás fuera tan temprano. — Su tono era amistoso, como si no hubiera nada fuera de lo común en su presencia repentina.

Thalia se encogió de hombros.

—Me despierto temprano cuando tengo demasiado en la cabeza. Y últimamente… —Hizo una pausa. — Bueno, ya sabes.

Caminaron en silencio por unos minutos. El pueblo todavía dormía, y apenas había señales de vida en las calles. A Thalia le gustaba esa tranquilidad, le permitía pensar más claramente.

Dean finalmente rompió el silencio, con una voz que parecía más suave que de costumbre.

— Sabes, Thalia, no tienes que hacerlo todo de inmediato. Este camino que estás comenzando es largo y lleno de desafíos, pero no te estoy pidiendo que lo recorras sola, ni que lo hagas todo de una vez.

Thalia lo miró, un poco sorprendida. No se había dado cuenta de lo atento que Dean era a sus emociones. Aunque su apariencia y actitud a veces la hacían sentir como si él estuviera distante, ahora se daba cuenta de que era todo lo contrario. Él estaba mucho más conectado a ella de lo que había imaginado.

—Es que... todavía no sé si estoy lista para esto. — Confesó Thalia, con sinceridad. — Y no es solo que no me sienta preparada, es que no sé si quiero cargar con esa responsabilidad. No sé si puedo.

Dean se detuvo y la miró a los ojos, con una expresión seria pero comprensiva.

—Nadie nace listo para esto, Thalia. La preparación no es algo que se tenga al principio, es algo que se construye con el tiempo. Y aunque suene abrumador, no se trata solo de ser fuerte o de tener respuestas. A veces, la verdadera preparación está en aprender a confiar en uno mismo y en las personas que están a tu lado.

Thalia asintió lentamente, aunque no estaba del todo convencida. Sentía que había mucho que aún no entendía, tanto sobre sí misma como sobre Dean.

Continuaron caminando por unos minutos más, y aunque Dean permanecía en silencio, su presencia era reconfortante. Thalia había pasado tanto tiempo resistiendo lo que él representaba, que ahora comenzaba a ver que detrás de toda la mística y las grandes revelaciones, había alguien que realmente intentaba ayudarla.

— Cuéntame más sobre Elise.  —Pidió Thalia de repente, rompiendo el silencio.

Dean la miró con sorpresa por un momento, pero luego su expresión se suavizó.

— Elise... — Dijo él, su voz bajando un poco. — Ella era fuerte, valiente, decidida. Sabía que tenía un propósito mayor y se dedicó por completo a cumplirlo. Su luz brillaba de una manera que inspiraba a todos a su alrededor. Pero también era humana. Tenía miedos, inseguridades... pero siempre encontraba una manera de superarlas.

Thalia sintió una pequeña punzada en su corazón. La forma en que Dean hablaba de Elise era con una profunda admiración, quizás incluso con algo más. Había una calidez en su tono, una ternura que Thalia no había oído en él antes.

—¿La querías? — Preguntó Thalia, sin pensar.

Dean la miró por un momento, sorprendido por la pregunta directa. Luego asintió lentamente.

—La respetaba y admiraba profundamente. Y sí, creo que en cierto modo la quería. Pero no de la forma que puedas estar pensando. Mi misión siempre fue protegerla, guiarla. Y aunque nuestras vidas estaban entrelazadas por ese propósito, había una distancia que no podíamos cruzar. Nuestras naturalezas... eran diferentes.

Thalia lo observó con atención, notando el matiz de tristeza en sus palabras. Aunque Dean era un ser celestial, también era capaz de sentir y experimentar emociones profundas, algo que a Thalia le resultaba fascinante.

—¿Crees que yo... que yo seré como ella? — Preguntó Thalia, sin poder evitar sentir una presión creciente en su pecho.

Dean negó con la cabeza.

— No, Thalia. No serás como ella, porque no estás destinada a seguir su camino exacto. Eres diferente, y eso es algo bueno. Tienes tu propio camino que recorrer, y aunque puede haber similitudes, al final eres tú quien debe decidir quién quieres ser en esta historia.

Las palabras de Dean resonaron en Thalia de una manera que no esperaba. Se dio cuenta de que, a pesar de las comparaciones que él había hecho entre ella y Elise, él no la veía como una sustituta. La veía como alguien único, con su propio potencial.

Llegaron a un pequeño parque al final del sendero, y Thalia se sentó en un banco de madera bajo un árbol frondoso. Dean se sentó a su lado, manteniendo una respetuosa distancia. Por un momento, simplemente se quedaron allí, disfrutando del aire fresco y del sonido del viento moviendo las hojas.

—¿Por qué me cuentas todo esto? — Preguntó Thalia finalmente, rompiendo el silencio de nuevo.

Dean la miró, sus ojos más suaves que antes.

— Porque mereces saber la verdad, Thalia. No quiero que pienses que estás sola en esto, o que eres solo una herramienta en una misión más grande. Eres una persona con voluntad, con emociones, y lo que sea que venga, quiero que estés preparada no solo en cuerpo, sino también en espíritu.

Thalia bajó la mirada, jugueteando con el colgante que llevaba en el cuello.

— Es difícil... confiar. En ti, en todo esto. No sé si puedo dejar de lado esa desconfianza.

Dean asintió lentamente, comprendiendo su dilema.

— No espero que confíes en mí de inmediato. Pero sí espero que con el tiempo, te des cuenta de que estoy aquí para ayudarte. Y que cuando llegue el momento, puedas confiar en ti misma. Eso es lo más importante.

Thalia se quedó en silencio, procesando sus palabras. Aunque aún tenía muchas dudas, sentía que poco a poco, algo estaba cambiando dentro de ella. Había una conexión que estaba empezando a formarse, algo que la acercaba más a Dean, no solo como su guía, sino como alguien que realmente la comprendía.

Mientras el sol continuaba subiendo en el cielo, Thalia miró a Dean y le dio una pequeña sonrisa, una que mostraba que, aunque el camino era incierto, ella estaba dispuesta a seguir adelante. Tal vez no confiaba completamente en él aún, pero estaba empezando a ver que quizás, solo quizás, había algo más profundo que los unía.

Y eso, por el momento, era suficiente.

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