Reece:
Bajo del coche y me acomodo la corbata, ni bien subo la mirada siento el peso de la situación en la que me encuentra, la entrada a la finca esta llena de coches y cada uno de ellos denota que en esta reunión no hay seres "inferiores" a mi, cuando de dinero se trata.
Abotono los botones de mi saco e ingreso detrás de una pareja que acaba de bajar de otro vehiculo, un Lamborghini.
Me obligan a mostrar mi invitación e ingreso, hay invitados desde el jardín hasta el interior de la finca, no hay muchos, pero me los encuentro y saludo asintiendo, observo a ambos lados y debería buscar a quien agruparme, donde destaque.
Y sin embargo la estoy buscando a ella.
Todos visten elegantes, imagino que ella...
—Señor Reece.
Me dirijo hacia la voz, quien resulta ser la nieta de Lorenzo Coopola.
Mierda, la última vez que nos vimos di una impresión...
Beatriz Coopola lleva un vestido azul hasta las rodillas, con un cinturón azulino más claro en la cintura, el cabello lo lleva recogido, aunque los rulos caen y se ubican delante de su rostro.
Ella acorta la distancia.
—No esperaba verlo aqui, mi abuelo..
—No se preocupe, fui invitado personalmente por su abuelo..—Muestro mi invitación. No puedo arruinar esto.—Deseo disculparme, primero con usted.
Beatriz abre mucho los ojos.
—Mi actitud.
—Fue bastante desubicada.
—Asi es.
—Sin embargo tiene una invitación y si mi abuelo lo dispuso asi, no tengo nada que agregar.
—Estoy agradecido.—Pronuncio y la vista se me escapa otra vez buscándola a ella.
—Mi abuelo.—Ella vuelve a hablar.—Si lo busca, puedo llevarlo con el.
—No..—Contesto.—A mi...¿Me concede el honor de acompañarla?
La tomo por sorpresa, pero enseguida una sonrisa cruza sus labios y sus ojos lucen ilusionados, Beatriz Coopola acepta mi brazo y la guio, o mejor dicho es ella donde me lleva por todo el interior, pasamos cerca del comedor, la mesa es enorme y esta siendo decorada por los sirvientes, Lorenzo se encuentra conversando con dos hombres y una molestia cruza mis entrañas, ellos deben ser.
Los otros candidatos a obtener la finca... y al lado de Lorenzo.
Esta Mavis.
Me cuesta pasar saliva por un instante por lo perplejo que quedo al verla.
Mavis Bristol no necesita usar vestidos para lucir tan llamativa, lo ha hecho desde que la conozco e inconscientemente o no, siempre luce y destaca sobre los demás.
Sus rasgos, rostro y energía, todo es llamativo y ella ahora mismo lleva un traje blanco, de pies a cabeza, un traje muy femenino, que marca sus caderas y glúteos, su cabello cae como cascadas y la blusa tiene tres botones abiertos, mientras el que sigue se presiona entre sus pechos, mostrando lo abultados que son.
Algo despierta en mi y en mi entrepierna, que carajos.
Beatriz no necesita llamarlo, los ojos del dueño dan conmigo y noto el ambiente cambiante, entonces la mirada de Mavis sigue la suya y noto como su atención se dirige donde su amiga me sostiene.
No hago el ademan de soltarla ¿Por qué lo haría? pero me veo obligado cuando Coopola se disculpa y se acerca a nosotros, dejando a Mavis con los caballeros.
—Veo que pudiste venir.
—Lamento decepcionarlo si asi lo hice.
—No puedes decepcionarme más.
—Abuelo.
Lorenzo suspira.
—Buscar la aprobación de mi nieta, no hara que mi fe en ti regrese, el incidente que usted y el señor Harries causaron.
—No intento ganarme a su nieta, es más, si algo deseo ganarme es a usted, otra vez.
Guarda silencio y me escucha.
—Cometí un error y solo necesito este día para convencerlo que no encontrara mejor opción que yo para otorgar esta finca.
(***)
Luego de mi corto discurso, Lorenzo Coopola me incluye en conversaciones y charlas, no es instantáneo, pero poco a poco empiezo a acoplarme y termino intercambiando opiniones con más de un cliente.
Mi experiencia con los vinos, mi carrera y conocimiento sobresale por encima de los más individuos que me acompañan, pronto empiezo a sentir la admiración del dueño una vez más en mi, pero...
Aun cuando el 90% de mi quiere prestar atención, mis ojos no dejan de apartarse de Mavis y ya no se trata de lo tentadora que se ve, sino por como la miran los demás cuando ella comparte una conversación.
Esta haciendo su trabajo, reúne datos para Coopola y aun cuando más de un tipo intenta otra clase de acercamiento con ella, Mavis mantiene su distancia, pero que la mantenga no me hace dejar de mirarla.
¿Es porque dejo claro que si encuentra a alguien mejor que yo hara todo lo posible por que lo elijan?
Eso me preocupa ¿A mi?
Si, debería hacerme sudar frio esa "Amenaza", pero soy el mejor aqui...
"—Ahora mismo eres el mejor, pero si veo a alguien mejor no dudare en recomendarlo"
Alguien mejor ¿En que sentido?
Me vuelvo a enfurecer porque mis pensamientos van más allá.
—Señor Lansing.
Parpadeo y encuentro un vino delante mío, se lo que esperan que haga y eso mismo hago, que todos vean que nadie tiene oportunidad aqui contra mi.
Mavis:
Dejo de observar el espectáculo cuando Beatriz llega a mi lado.
—La mesa pronto estará lista.
—Se esta alargando esto.
Ella pone los ojos en dirección a Reece y su espectáculo.
—Es excelente ¿No crees? Bueno, tu lo sabes, lo conoces.
—Ya no.
—No se mucho sobre la administración, pero pienso que es mejor que alguien con conocimiento y que trabaje de cerca con los vinos es preferible, antes que solo desee la finca por avaricia y por querer explotarla.
—Creo que Lorenzo quiere que la finca sea explotada.
Beatris sonríe.—El abuelo también ama la finca, claro que desea que este negocio se mantenga durante los años, pero es mejor si cae en manos que sepan manejar y conozcan sobre el trabajo que termina con un buen vino en la mesa. Los demás hombres de aqui...
Respiro profundo.—Es probable que pongan a otros bajo su cargo, aunque no sabemos si Reece...
—Eso dímelo tú, tu lo conoces... ¿Crees que el..?
—Ya no se que creer, Beatriz.
Ella se le queda viendo.
—Creo que es una gran elección.
De esta noche tal vez si lo es.
ESTÁS LEYENDO
Sabor a Vino
RomanceTuvieron que pasar doce años para que Reece se convirtiera en el hombre que la sociedad superficial a su alrededor lo aceptara. Debido a su físico su infancia estuvo llena de burlas y maltratos, razón que lo llevo a nunca confiar en nadie, ni siquie...