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Mavis:

Me quedo pasmada mientras mis ojos lo persiguen y ven al hombre que jure no cruzarme nunca más, por mi bien, ocupar mi misma mesa.

El mesero llega y me toma por sorpresa cuando pregunta que comeremos, Reece lo nota y nos pide tiempo, se aleja dejando la carta al igual que el tal Ghost, quien crei y se supone seria para quien trabajaría, lo que resulto... bueno esto.

Hay silencio entre nosotros, y su mirada se vuelve profunda al verme. 

—¿Qué es esto?—Logro articular despues de mi asombro. 

Recce se mantiene callado, respiro profundo y vuelvo a tomar la palabras.

—¿Estas burlándote de mi?

—Jamás haría eso.—La respuesta me deja pasmada tanto como verlo entrar y tomar asiento junto a mi.—Voy completamente en serio.

¿Por qué?

El deja la carta, que le pidió al mesero dejársela por si se nos antojaba algo más y ocupa sus cinco sentidos en mi, por asi decirlo.

—Necesito tus habilidades, porque quiero vender pedazos de tierras de la finca. 

¿Qué?

—Acabas de comprarla.—Le corrijo fugaz.—¿Por qué...

—Lo estuve hablando con Lorenzo y esta de acuerdo con mi decisión, es lo único que necesitas saber, despues de todo tu único trabajo es vender ¿No es asi? ¿Por qué dar más detalles?

—Es la finca donde vive mi amiga.

—Pense que eras profesional.

Alzo las cejas. 

—No me juzg..

—No lo hago, establezco un punto.

—Con esa actitud pretendes que acepte tu propuesta. 

—No tienes trabajo ahora.—Me recuerda, pero como sabe... —Si, hable con Lorenzo.

Y enseguida me lo aclaro.

—Eso es asunto mío, Reece.

—Lo es, pero el insistió, sea caridad o no, porque se exactamente que eso es lo que estas pensando.—Continua. —Eres excelente, por algo ellos ahora me tienen como administrador.

¿Puede decir algo más egocéntrico? 

—Lorenzo te quiere dentro y yo también.

Aun me cuesta aceptar que Lorenzo Coopola quiera vender partes de la finca, jamás lo menciono.

—¿Dónde esta el Sr Coopola? Quisiera hablar.

—Soy el encargado de administración ahora.—Me interrumpe y niega .—Tus dudas, consultas o todo relacionado a la finca las hablas conmigo.

—Que rapido te tomas atribuciones.

—Es lo que soy.

No contesto.

—Quiero lo mejor para ese lugar, ten por seguro eso.—Prosigue.—Lo menciono porque puedo ver en tu rostro que no confías en mi.

—Los cambios que buscas hacer son drásticos, no me pidas que confié, incluso si no fueras tú seguiría pensando igual.

—Gracias.—Guarda silencio.—Otro motivo para aceptar, veras que son cambios para bien.

—Tu insistencia es por Lorenzo...—No se si hice una pregunta o si solo lo dije.—Puedes tener a cualquiera.

—Esa es la razón.

Ninguno agrega nada, por varios segundos permanecemos callados, hasta que yo decido dar el paso de hablar.

—Tengo que pensarlo.

—Necesito una respuesta al final del día.

—No me presiones.

El suspira y guarda silencio.



Reece:

—¿Ghost, Shadow? ¿Qué tienes con los nombres de guardaespaldas?

—Son claves.

Un tema X salio de pronto y no se en que momento dejo de estar tenso el ambiente, tal vez la comida ayudo.

La observo meter los últimos pedazos de carne a su boca.

—Señor, la cuenta.—El mesero me entrega el porta cuenta con una mano, mientras en la otra lleva  el datafono.

Saco la tarjeta y pago antes de que a Mavis se le ocurra la tontería de pagar, cobran el monto completo y nos desea buena noche.

Ella bebe lo último que queda del vino y no puede parecerme más tentador sus labios teñidos con el color del liquido, la respiración me pesa, más cuando ella se da cuenta.

—Te llevo a casa. 

—Recce...

—Dame la respuesta al final.—Concluyo.



(***)


—Señorita.—Ghost le abre la puerta a Mavis, ella sonríe y volteo los ojos irritado.

—Gracias, Ghost.—Hasta la voz se le vuelve más dulce.

Mi guardaespaldas asiente y se endereza al ver mi expresión.

—Mi señor... ¿A don...

—Al departamento de Mavis.—Respondo cortante y enseguida ella da la indicación.

Ocupamos los asientos traseros mientras Ghost conduce, noto que Mavis lucha contra algo y es el cinturón de seguridad.

Respiro profundo.—Déjame. 

—S- Si.

Noto como se estremece cuando acorto nuestra distancia, mi cercanía le fastidia por alguna razón, mientras en mi es algo que aun no logro comprender, asi que me apresuro en colocarle el cinturón de seguridad y evitar este contacto.

Logro ponérselo, pero me quedo viendo sus labios aun con rastro del color del vino.

Carajo, el corazón se me descontrola y quiero golpearme el pecho con fuerza para tranquilizarme.

—¿Sucede algo?

Aparto la mirada de su boca  y cierro mis dedos, deslizándolo por la cinta de seguridad que rodea su cintura, aprieto los puños fastidiado.

—No, nada.

—Cece...

Joder, que me llame asi.

Me alejo o eso intento, el coche frena abruptamente y... mierda, la he besado.


Sabor a VinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora