Epílogo

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Mavis:

Abro los ojos para encontrar una pared blanca en el techo y rápidamente me doy cuenta donde estoy, sin embargo la mano cálida de Reece baja mis alertas.

Una habitación de hospital.

Estoy acostada sobre la camilla y noto que tengo una venda ancha en mi brazo, Reece tiene algunas y el rostro donde estan las heridas que recuerdo, ahora se encuentran cubiertas con una crema de color blanco.

—Hola...—Sonríe al verme y acerca sus labios a mis nudillos, besándolos.—Respiraste mucho humo al salir, tuvieron que atenderte.

Me las arreglo para preguntar.—¿Estas bien?

—Son pequeñas quemaduras, no es nada.—Reviso su cuello y su rostro.

Esta aqui conmigo y esta bien... ambos lo estamos, pero...

—¿Qué paso con la finca, Reece?

El tarda en responder y muy despacio dibuja una sonrisa en sus labios, se levanta inclinándose a besar mi frente.—Lo voy a solucionar.

—Mi señor...—Reconozco la voz de Shadow.

El asiente volviéndose hacia la voz y sus labios tocan los míos.

—Ghost se quedara contigo, sigue descansando.—Siento cuando su mano deja la mía, pero estoy muy cansada para pararlo.



(***)



—Furioso no esta, triste...—Me asegura Beatriz mientras yo quito la lamina de metal que cubre el vasito de yogurt.

Dejo el vasito sobre la mesa plegable.

—No todo es malo, la finca sobrevivió y no todo el viñedo se dañó.—Continua.—No esta todo echado a perder, y el abuelo ya puso una denuncia contra la empresa de los Harries.

—Roadney esta muerto y despues de lo que dijo ¿Su padre realmente asumirá la culpa?

—Según el abuelo no estará dispuesto a perder el prestigio, ya es demasiado con saber que su hijo se volvió loco y han empezado a especular que quizás el lo llevo a ese punto.—Beatriz pone los ojos sobre mi brazo.—¿Cómo sigue?

—Me quedara cicatriz.

—No dejaras de verte preciosa.

Sonrio despacio y la puerta se abre, es Reece.

—¿Lista para irnos?

¿Ya me dieron de alta?


(***)



—¿Mavis? ¿Mavis Bristol?

Rayos, no pense que el primer lugar al que me llevaría Reece seria ver a su padre.

—La misma.

—Que alegría verte de nuevo.—Sigue asombrado y me ofrece la mano incorrecta, pero termina por cambiarla.—Lo siento...—Observa mi venda y acepto el apretón.—¿De camino a casa, a descansar? Reece, debo hablar contigo.—Se dirige a su hijo.

—Debo llevarla a descansar antes.—Termina con la sonrisa de su padre, Reece suspira.—Y a casa, conmigo.


Sabor a VinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora