Capitulo 29

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IVÁN

Cuando sientes que tú vida a perdido sentido, se siente como en ese momento que mi vida estaba travesando. Ya el dolor para mí no era mental, se convirtió también en físico. Perdí las riendas de mi vida cuando decidí no salir de mi habitación, no hablar con nadie y ni siquiera comer algo para mantenerme con fuerzas.

¿Así se siente la depresión?

Estar toda la noche despierto e imaginarse miles de escenas catastróficas hasta quedarte dormido, sentir que te ahogas con tu propia respiración, sentir que tu mundo se derrumba, y no le encuentras motivación ni siquiera levantarte de la cama.

Así me sentía.

Débil y sin fuerzas. Mi única solución estaba al lado de mi casa, pero me negaba a luchar por ello. Estaba destrozado. Además, ella no quería verme y aunque trate de convencer de que mis esfuerzos por levantarme valían la pena: no quise mover ni un jodido músculo en esos siete días que llevaba en la habitación.

Mis costillas había sanado, me encontraba en buenas condiciones, pero no físicas ni mentalmente. Por no darle movimiento a mi cuerpo, los músculos adaptaron un desgarramiento doloroso, lloraba del dolor, de la angustia y de la desesperación; las lágrimas no habían ayudado en nada pero sin dudas amortiguaban el dolor que me consumía.

Con ella sin dudas mi vida había tomado un rumbo diferente y tuve miedo que esto llegara a pasar. A qué ella me destruyera con su lejanía, pero no puedo culparla. Le había fallado, no estuve para ella.

La culpa, el karma todo me estaba consumiendo poco a poco y esa retención de vida que estaba teniendo era la repuesta ¿Tendría que ir a buscarla? ¿Me perdonaría?

Escuché de pronto gritos de mi hermano mencionar a Alahna todo alarmado. Con todo el dolor en mis huesos me levanté para ver qué pasaba ¿Le habrá pasado algo a Tamy? Está vez con el corazón latiendo a mil y con levante vuelto un caos de tanto pensar; baje las escaleras ignorando todo ese dolor que me mataba.
En serio me mataba.

Me estaba consumiendo todo y ya no sabía que era peor.

Camine hasta donde provenía la voz de mi hermano. En la cocina estaba mis dos sobrinos y mi padre. Los niños se abrazaban y lloraban, Apolo estaba con una mano cubriéndole el rostro lleno también en lágrimas con el teléfono al oído y mi padre estaba sentado al frente de él, triste.

—Alahna, no hagas esto. Tiene que haber una solución — dijo mi hermano al teléfono —Tiene que haber una, no pueden solo irse y dejar toda la vida que ya formaron.

¿Escuché bien?

Avancé hasta su altura y me detuve al lado de mi hermano, mi cuerpo temblaba de la debilidad que sentía y ahora no solo estaba débil y falta de muchas cosas que rechace durante días. También sentía rabia que se mezclaba con la tristeza que sentía. Se sentía horrible, pero quería tener la certeza de haber escuchado mal.

—¿Dónde está, Tamy? — pregunte.

Niguno de los dos me respondieron, todos parecían haberle comido la lengua el gato. Si Apolo sabía de Alahna, también de Tamy; le arrebate el teléfono y escuché a través del audífono: se escuchaba gente transitando por su alrededor.

—¿Dónde está Tamy? — volví a preguntar en un susurro.

—Iván... — la voz de Alahna se quebró.

La escuche sollozar y yo sentí quebrarme más por dentro. Algo malo estaba pansando. Tenía que saber lo que pasaba.

—Nos vamos, Iván — suspiró —Volvemos a Londres a solucionar lo que hemos empezado.

Orgulloso Silencio ©✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora