33) Un apellido de casada

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Braga, Portugal
2022, 6:57am

Faltaban 7 minutos para que sonara mi segunda alarma.

Que bien despertar de manera tan cálida, con un cuerpo solapando tu comodidad y un par de piernas que logran acercarte al sujeto. En mi caso, a él.

La competencia no sería tan temprano, por lo que me permití despertar después de las siete, pero sin prever a la persona que cobijaba mi espalda y constantemente me atraía mas hacia si.

—Oye —susurré, en un intento nulo para despertarle— oye...—lo intenté otra vez. Hasta que me voltee quedando frente a el. Para mi sorpresa, no despertó aún, así que mi parte no consciente empezó a detallarlo. Descansaba tan relajado y ensimismado que sentí algo de envidia, me quede viendo sus pestañas y juro que sería capaz de contarlas una por una, eran tan largas que acariciaban su rostro, apenas me di cuenta de lo mucho que amaba sus cejas y como se adaptaban a todas las expresiones que hacia cuando hablaba, me gusta su nariz y lo respingada que es, lo perfecta que le queda, sus labios, de un color característico, que me hacía querer besarlo de nuevo, una y otra vez, tenia una rayita, ligeramente perceptible en la barbilla y dos lunares cerca de la boca. El conjunto de todo esto era perfecto.

—Buenos días —dice parpadeando, y que bueno, porque empezaba a imaginar cosas que no debía mirándolo tan de cerca.

—Creo. Digo, no, no quisiera correrte, pero creo que deberías bajar a tu cuarto.

Ahora si abrió los ojos por completo. Eso me hizo saber que iba a volver esto a una situación muy incomoda.

—Puedo irme, no te preocupes. Debí marcharme antes, de saber que me quisieras fuera.

Echa la sabana a un lado, y me limito a ver su espalda agacharse por sus pantalones.

—Oye... —me incorporo con una mano, mientras la otra agarra la sabana contra mi cuerpo.

—No, esta bien, no pasa nada.

Toco su espalda y cuando voltea lo beso. —Amor. No quiero que mis hermanas te vean.

Se queda un momento pensando, y me pongo nerviosa porque entre mi tono juguetón y lo que acabo de hacer no pensé en como se interpretaría.

Veo que arruga las cejas y termina de ponerse los pantalones.

Ahora si la emabarraste, y gacho.

Termina de recoger su ropa y en su continuo estado de confusión me mira nuevamente.

—Esta bien preciosa, gracias por aclararlo, —toma mi barbilla y centra nuestras miradas— me sentí como prostituta barata —finalmente me besa y se va del cuarto.

—¡Hey! ¡Hey! —lo hago pegar un brinco antes de abrir la puerta— por ahí no —lo llamo.

—¿Entonces? ¿Tienes una máquina de teletransportación o que?

Señaló la ventana, y aunque al principio no entiende, termina por negar con la cabeza.

—Por favor, te compensaré.

—Esta bien, pero solo porque te ves exageradamente preciosa así —se acerca con otro beso cuando me pasa por en frente.

Y me hace reír, es muy lindo.

No lo veo quejarse, solo medio ponerse la ropa y bajar de la manera mas habilidosa del mundo, no se le hace difícil por las enredaderas que a veces me ayudan a bajar.

Al cerciorarme de que entró por la cocina saludando a Denisse.

Regreso a mi cama envuelta en sabanas y me tiro de espaldas.

PerfidiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora