Paris, Francia
2024, 8:42am
—Mamá, estoy bien, déjame ir que debo estar concentrada en la competencia.
—Quiero que estemos bien, por favor, desayuna con nosotros. Están tus hermanas, los Torred y Harrison, Allister hasta te mando flores.
Y estoy muy agradecida por eso.
Aunque quisiera, no me daban los tiempos y lo único que lograba era que siguiera negándole lo que me pedia.
—Madre, estamos bien, pero no pretendas que haga como si nada hubiera pasado. Porque tu plan para acabar mi relación por tus rencores pasados me ha herido muchísimo. Hagamonos el favor de ya no fingir, y arreglemos las cosas como Dios manda, toma la oportunidad. Te amo mamá.
Salí del cuarto, porque claro que me dolía, mi madre, me dolía.
Al segundo día, me encontraba en el hotel, preparándome para la etapa de salto, Sam me regaló un saco marrón, que combine con unos pantalones y camisa blanca. Tomé las llaves del cuarto, mi teléfono y salí de allí. Michael tenia mis guantes y casco, así que no tarde más en partir al complejo, que increíblemente era el palacio de Versalles.
—¡Buenos días!
—Hola Claire, —Michael sale de los establos quitándose los guantes de trabajo— creo que hay algo que deberías ver. O no, espera, ya te lo traigo.
—¿Un regalo?
—¡Un regalazo! —grita con el eco del pasillo.
Y reaparece seguido del claqueteo que hacen los cascos en el piso de cemento.
—No te creo... Es un caballo blanco.
—Es para ti.
—Estás jugando —niego con las manos en la cara.
—¡No! Venía con esta carta, y hasta tiene un moño rojo, míralo —señala al ejemplar con una sonrisa.
—¡Lo estoy viendo!
—Es macho, cuando llegue ya estaba aquí, con la nota pegada en la puerta. ¿A quien se le ocurre meter un caballo a las instalaciones olímpicas? y solo para dar una sorpresa.
—No lo sé... Que belleza, Dios mío —juro que hasta se me aguaron los ojos— Creo que es el caballo más hermoso que he visto jamás.
—Toma la carta, tal vez dentro encuentres quién te lo dejo. Mierda. Un caballo.
—No lo puedo creer...
—Ni yo.
—¿Crees que sea de Lawrence?
Él se encoge de hombros. Pero los dos estamos tan incrédulos...
Tomo la carta y le echo otro vistazo al caballo antes de abrirla. Es un warmblood o pura sangre lusitano, blanco y tiene un casco negro, como si se le hubiera olvidado quitarse la media, se nota que apenas es adulto, por el tamaño y su cara de potro. Amo su brío, no se ve bravo, pero se nota que no puede mantenerse quieto.
Me apresuro a romper el sobre, y puedo reconocer el papel tintado en gris.
—...Claire Caussier, solicitada en la línea de preparación, siguiente concursante, Claire Caussier.
—Carajo. Ya me toca.
—Sube a Moníc, yo guardaré a este garañón.
Doble el papel como pude y lo guarde en mi saco. De la manera más rápida subo a mi yegua para trotar al inicio de la pista. Ruego a Dios porque me salga bien el turno, ya que me adelantaron en la lista y ni siquiera he calentado, un punto a mi favor, es que Michael ya tenía rato preparándola.
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Perfidia
DragosteDeslealtad, traición, maldad, que falta a la fe que debe... Una canción que grita desamor, que ahonda los sentimientos, pensamientos y aspiraciones de sus protagonistas. Claire se enamora profundamente de un muchacho al que no se le permite amar, pe...