Capítulo 2 - Reencuentro de amigas

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Petra

Subí al avión sin mirar atrás.
Estaba segura que si no lo hacía de esta manera no podría dejar mi tierra amada junto a tantos recuerdos que bullían y oprimían mi corazón de forma espeluznante.

Pedí una botella de agua y tomé un relajante muscular para soportar las 17 horas de vuelo hasta llegar a destino. Gracias a Dios solo haríamos una escala en Belgrado.
Si bien iba en el jet privado de la familia, no podíamos volar tantas horas sin repostar, así que, lamentablemente, mi cerebro tenía demasiado tiempo para fastidiarme con imágenes del pasado.

Una cosa sabía con certeza; Fiodor no querría ver en lo que me había convertido. Si estuviera aquí me estaría reclamando por tirar por la borda mi vida, y aunque trato, el dolor punzante no quiere alejarse. Intento que no duela, pero es inútil, sigue clavado en mi pecho como un recordatorio de lo que perdí.

Soy consciente de que mi cabeza es la culpable de todo. No quiere desprenderse del recuerdo de mi amado, de sus besos, sus caricias tiernas, su dulzura, su romanticismo, sus bromas y su delicadeza al tocarme cuando me hacía el amor.

Eso fue lo que me enamoró de él; Fiodor era como un peluche que me abrigaba con su cuerpo haciéndome sentir segura. Al vivir en una familia de mafiosos, viendo rudeza todo el tiempo, quería algo diferente para mi vida amorosa. Deseaba un hombre que me desnudara su alma y me tratara como a la flor más delicada y preciada de su jardín.

Ojo, no critico la brusquedad de mi padre y hermano porque mi madre y cuñada están más que felices con eso. Ellas son mujeres dominantes y necesitan saber que su hombre podrá protegerlas bajo cualquier circunstancia. Como las leonas que son… Si no ven la valía en la fuerza y poder de su macho, no le entregan su corazón.

Hasta parece que eso es lo que más enamoró a mi hermanita pequeña Anya de su marido y ahora comparten juntos su sadismo al torturar a otros, o al menos es lo que me comentó Nikolay al verla hacerse cargo de forma magistral de uno de los implicados en el secuestro de su hijo Piero. 

Su hijo… Ese que la vida le regaló junto a Patrick. Piero es una lucecita en su familia y pronto con la llegada del nuevo integrante, se hará más brillante. Esa que yo ya no tendré la dicha de ver porque mi frijolito se murió antes de poder iluminar mi camino. Mi niña hermosa, mi angelito amado.

Cuando desperté del coma, quise volverme a dormir. Saber que nunca más podría ver la sonrisa de Fiodor ni escuchar su voz destrozó mi alma, mis gritos desgarradores hicieron que los médicos tuvieran que sedarme para tranquilizarme.

Pero la historia se volvió a repetir con la noticia de mi aborto espontáneo por causa de las heridas sufridas. Entendía que si salvaban a mi bebé no lo podrían hacer conmigo, y era justo eso lo que me fragmentaba una y otra vez… Sin mí ella no podía vivir, mientras que yo sin ella sí.

Al recibir el alta, el doctor me dio la anatomía patológica del embrión y salió que era niña. Justo lo que deseaba Fiodor, una nena igual a mí. Lloré por semanas hasta que dije basta; me aislé de todos para dar paso al ser amargado, retador y sin miedo a la muerte que tanto enfada a mis padres.

No deseo volver a amar porque si lo hago, el temor a perderlo acabará con la poca estabilidad emocional que me queda. Por eso he tomado la decisión de buscar hombres que sean lo opuesto a mi difunto esposo. Quiero tíos bruscos que follen sin sentimientos, que sean toscos y que no estén interesados en romanticismo, solo en obtener placer.

💔💔💔

—¡Petra, qué alegría verte! ¡¡Me parece increíble que estés aquí en Chicago!! —berrea mi amiga y ex compañera de facultad Nina.

Te enseñaré lo que es amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora