Petra
Abrí los ojos y mi corazón comenzó a retumbar con fuerza.
Me giré en la cama y vi que Emiliano no estaba, eso provocó una punzada de dolor que casi logra ponerme a llorar. Miré el reloj y eran pasadas las once de la mañana, había dormido como un lirón y en ese momento comprendí el porqué mi costado de la cama estaba vacío.
Cuando iba a levantarme para ir al lavabo, la puerta de la habitación se abrió dejando ver a mi jefe. Traía entre sus manos una bandeja con lo que parecía ser un suculento desayuno. Mi pecho comenzó a brincar y las mariposas en el estómago parecían un remolino de pirañas atacándome.
No quería demostrar demasiada felicidad, pero en mis ojos se podía ver que me había encantado el gesto de este hombre que aunque demuestra ser tosco y frío, es un pastelito por dentro. Algo muy malo tuvo que pasarle para que cambiara de forma tan radical su temperamento.
—Has despertado... —dijo mirándome con esos ojos color cielo que me enloquecen.
—Sí, pensé que te habías ido... —respondo con timidez.
—Princesa, tenemos todo el fin de semana para nosotros, no te será tan fácil librarte de mí —se acerca a la cama, deja la bandeja y me coge del cuello para besarme de una forma posesiva que me desarma.
—Tampoco lo quería... —jadeo en su boca cuando comienza pasar su otra mano por todo mi cuerpo invadiendo cada espacio de mi ser.
—Mmm... ya estás lista para mí... Primero debes desayunar, no quiero que te enfermes —dice y no soy capaz de negarme cuando reclama mi boca con hambre.
El almuerzo estuvo delicioso, le pregunté si lo había hecho él y me dijo que sí, que los fines de semana prefería estar solo en la mansión y darles fiesta a los empleados de la casa menos a los de seguridad. Con ellos la cosa era diferente, hacían turnos de ocho horas 24/7.
Escucharlo hablar de su infancia, de sus gustos y de lo que tuvo que luchar para que su padre lo dejara estudiar arquitectura en vez de administración de empresas, me dejó fascinada. Nunca hubiera imaginado que su familia no apoyara su sueño, pero me alegro que por su persistencia y tesón, lo haya logrado.
Y con creces a decir verdad.
El problema comenzó cuando me preguntó por mí. No sabía qué decirle para no mentirle y preferí no ser directa en mis respuestas. Le dije que tenía tres hermanos más, que yo era la del medio de las chicas; le conté que la menor está embarazada y que pronto dará a luz.
Fue muy tierno cuando me dijo que podía pedir los días que quisiera para ir a visitarla y estar con ella en esos momentos.
Evité contarle mucho de mi hermano y preferí hablar de la mayor, Alexa, ella tiene un bebé que sería dos meses mayor que el mío si hubiera nacido.
—Veo que has sido una niña muy feliz, por eso me cuesta entender que cambiaras tanto... —comenta y no sé cómo reaccionar.
—Por lo que he visto tú también cambiaste... —Me defiendo.
—Lo mío es diferente... —alega y quiero saber la razón de su aversión a las mujeres.
—¿Por qué? —pregunto mirándolo a los ojos.
—Porque mi experiencia me enseñó de la peor forma que vosotras solo buscáis dinero y posición —contesta endureciendo sus facciones y eso no me gusta.
—No todas buscamos eso, hay quienes somos sinceras y no necesitamos que nos mantengan porque nos bastamos solas. Hay quienes queremos que nos amen y nos valoren por lo que somos interiormente, que no nos vean como objetos cual florero de exposición o solo para satisfacción sexual —dije con sinceridad y su incredulidad me hizo resoplar.
ESTÁS LEYENDO
Te enseñaré lo que es amar
RomanceEmiliano es un magnate de los negocios; su trabajo es lo único que aplaca sus demonios. Luego de que jugaran con él y le rompieran el corazón de la peor manera, se juró no fiarse de ninguna mujer cerrándose a la posibilidad de volver a amar. Su dulz...