Narrador Omnisciente
Había pasado una hora exacta y Petra caminaba con pies temblorosos hacia el altar. Su padre la sostenía con fuerzas porque presentía que en cualquier momento su pequeña caería por el estremecimiento de sus rodillas.
—Cariño, calma que todo está bien... —dijo Yerik tranquilizando a su niña.
—Estoy muy ansiosa y no sé por qué, necesito verlo padre —contestó ella casi al borde del llanto.
—Princesa, no debes estresarte que eso no le hace bien al bebé. Tu marido está justo dónde debe... Esperándote en el altar, acompañado por sus padrinos: Nikolay, Patrick y Matt —la voz pausada de su padre le transmitieron la paz que necesitaba.
Por un momento había sentido pánico de que algo malo hubiese ocurrido. Al principio no sospechó nada, pero con el pasar de los minutos percibió en su hermana Anya un nerviosismo extremo que le hizo encender las alarmas. Desde ese instante pidió que llamaran a su prometido para hablar con él, cosa que las mujeres no hicieron acrecentando sus miedos.
—Gracias por aceptarlo papá, lo amo más que a nada en este mundo; sin él, creo que no podría continuar... —comentó con la voz entrecortada.
—Mi niña, nada malo ha pasado, ni pasará de ahora en adelante. Confía en tu padre, siempre velaré por vuestro bienestar desde las sombras. Así que... ¡Ni se te ocurra llorar hasta que acabe la ceremonia! —inquirió el ruso logrando que su hija mirara al hombre que la esperaba al final del pasillo.
—¡Dios mío, está guapísimo! —jadeó al ver a Emiliano enfundado en un frac negro adornado con una corbata en rojo sangre al igual que las flores del butonier.
—Todo está como lo pediste, mi niña; como verás...: los vestidos de las mujeres, los arreglos del banquete y altar, al igual que tu ramo, las corbatas de los invitados; los detalles del ojalillo de los padrinos, así como el mío y el de tu suegro..., son en el color que indicaste —puntualizó un Yerik orgulloso de tener una boda roja como lo marca la tradición de la mafia rusa.
Si bien es cierto que tanto su hija como yerno no seguirán por ese camino, que todos los decorados, centros de mesa y detalles del enlace fueran rojos, denotaba el respeto que sentían los contrayentes por la hermandad y las normas de esta.
—Eres la novia más hermosa que he visto jamás... —susurró Emiliano entre lágrimas cuando su suegro le entregó a Petra.
—Y tú te ves más que apuesto, eres un sueño hecho realidad... —contestó ella sin poder contener las emociones que la abrumaban.
—Hoy empieza nuestro feliz para siempre —dijo él, sabiendo que se vería muy cursi.
Sus cuñados que los estaban escuchando sonrieron al ver la cara embobada con la que la flamante novia lo miraba.
—Ya nada podrá separarnos. A partir de este momento soy completamente tuya, no solo ante Dios y la ley, sino ante todos estos mafiosos que de seguro nos vigilarán a la distancia para que nadie se entrometa en nuestra felicidad —las palabras de Petra lo hicieron sonreír, porque si no fuera por esa vigilancia exhaustiva que tenían en las sombras, tal vez las cosas hubieran sido diferentes.
—Princesa, ya el oficiante nos está observando con mala cara, debemos dar nuestro consentimiento, no vaya a ser que se enfade y termine por no casarnos haciendo que nuestra boda roja cambie de color... —dijo ante las risas de ella que lo enamoraron más si eso era posible y en especial cuando asintió mirando al padre y tocándose el vientre en un gesto de advertencia si no cambiaba su expresión facial.
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Te enseñaré lo que es amar
RomanceEmiliano es un magnate de los negocios; su trabajo es lo único que aplaca sus demonios. Luego de que jugaran con él y le rompieran el corazón de la peor manera, se juró no fiarse de ninguna mujer cerrándose a la posibilidad de volver a amar. Su dulz...