Emiliano
Llevo una temporada necesitando ir al club todos los días para saciar mis ansias de dominación. Sé que estoy enfermo, mas no puedo evitarlo.
Esa es la única manera de descargar toda la rabia por lo que me hizo Gianna.
No solamente voy al privado pidiendo los servicios de las chicas que atienden allí; también me pego una vuelta por la discoteca del local buscando carne fresca que desee pasar un rato agradable como la sumisa de alguien como yo.
Algunas noches voy con mi amigo Matt. Él practica BDSM a un nivel bastante extremo. Le gusta castigar a sus sumisas y en su vida diaria firma contratos con ellas en donde deben estar a su disposición 24/7. Si las lleva a alguna recepción, a no ser que se los ordene, no pueden hablar y siempre deben caminar dos pasos por detrás de él.
No confío en las mujeres y hasta cierto punto se podría decir que las odio, pero nunca llegaría al extremo de humillarlas como hace mi amigo. Con hacerlas sentir que nunca tendrán mi cariño y amor es suficiente para calmar la rabia que siento al ver parejas prodigandose mimos desinteresados, esos que no recibí de ninguna de mis anteriores novias.
—Emiliano, ¿sabes qué día es mañana? —pregunta mi amigo, socio y constructor estrella entrando a mi oficina de forma intempestiva.
Tanto él como Nikolay son unas máquinas a la hora de levantar proyectos. Investigan el terreno de forma minuciosa y ven las mejores formas de optimizar el material para la obra. Por más difíciles o rebuscados que haga los planos, ellos siempre logran cubrir mis expectativas dejándome con la boca abierta.
Siguen mis instrucciones a rajatabla y, cuando voy a revisar la construcción, aunque quiera, no puedo encontrar ningún fallo en el trabajo realizado. Si bien Nikolay se encarga de todo lo relacionado con Rusia, cada cierto tiempo viene a Chicago para verificar y discutir ideas nuevas con Matt.
No necesitaba asociarme con ellos, pero sin duda ha sido mi mejor negocio. Formamos un gran equipo y eso hace que los activos de esta nueva empresa ya se hayan cuadruplicado en tan solo un año.
Tengo varias compañías que no puedo dirigir directamente y para eso tengo CEOs; ellos me mantienen al tanto de todo lo que ocurre. Viajo cuando es estrictamente necesario, para solucionar algún problema o firmar nuevos proyectos.
—Sí, es sábado, ¿por?, ¿algún plan en mente? —pregunto con sorna sabiendo lo que me dirá.
—Me gustaría que fuéramos al club, tengo ganas de salir de pesca. Mis contratos con las sumisas se están por acabar y la verdad es que quiero buscar algo diferente, nada oficial ni que me ligue a ellas. Que sea una noche y si te he visto no me acuerdo —contesta y comienzo a reír.
—No me digas que se te están revelando las mascotas... —Me burlo.
—Eso jamás, pero estoy harto de sus lloriqueos pidiéndome ser más que un polvo —sus palabras con asco me hacen ver que está igual de dañado y jodido que yo, porque de lo contrario no es normal su proceder.
—Me parece bien tu idea, quiero despejarme para estar bien relajado, así cuando llegue el lunes y vea a la mujercita esa que Nikolay me ha encasquetado sin hacerle pruebas ni nada, no querré echarla sin dejarla hablar —alego fastidiado.
—Nuestro socio nos ha jodido bien, mira que enviar a un Gerente General aquí cuando en tus empresas de Italia sería más necesario... —deja en el aire.
El simple hecho de que nombre Italia, acelera mi pulso.
—No podía decirle que no. Fue una llamada rápida y me dijo que la persona era muy capaz de llevar dos multinacionales sin ayuda de nadie —Matt me mira levantando las cejas y yo me encojo de hombros.
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Te enseñaré lo que es amar
RomanceEmiliano es un magnate de los negocios; su trabajo es lo único que aplaca sus demonios. Luego de que jugaran con él y le rompieran el corazón de la peor manera, se juró no fiarse de ninguna mujer cerrándose a la posibilidad de volver a amar. Su dulz...