Capítulo 24 - Nuestra lucecita

152 11 0
                                    

Petra

Nunca pensé que el alma podría salir del cuerpo como cuando desperté en la habitación del hospital rodeada de médicos. Mi desesperación fue tanta que solo pude gritar pidiendo por Emiliano. Los recuerdos del accidente y de la muerte de Fiodor junto a la de mi beba no nacida casi me hicieron colapsar al imaginar que Nikolay hubiese matado al hombre de mi vida.

Como si de un sueño se tratara los médicos no tardaron en sedarme para calmar mi histerismo. Pero por favor, entiéndanme... Sé de lo que es capaz mi hermano, lo he visto matar a sangre fría con unos pocos golpes de su puño, y eso sin contar las veces que ha torturado para sacar una confesión.

Gracias al cielo cuando volví a despertar mi italiano estaba a mi lado. Ver los porrazos que tenía en el rostro me partió el alma, su cara amoratada e hinchada me estrujaron el corazón. Quería levantarme de esa cama para salir a gritarle a mi hermano que era un animal y que dejara de meterse en mi vida.

Había comenzado a alterarme otra vez cuando Emiliano me pidió que por favor me calmara porque eso le haría daño a nuestro bebé... Literalmente la sangre se me salió del cuerpo y quedé catatónica. Mi cerebro no podía o no quería procesar esa información por temor a que fuera mentira, por lo que, al confirmar que todo era verdad, no cabía de felicidad.

Su propuesta de matrimonio aunque no fue la más romántica, fue la mejor que pude tener. Estoy segura que no me lo pidió porque esté embarazada, si algo he aprendido del italiano, es que no dice las cosas porque sí. Además, su mirada y el dolor que sentía cuando me contaba de Gianna dejaba claro que, cuando quiere algo, lo quiere todo y no a medias.

Por eso amé que me dijera que aunque era un idiota me amaba con locura y que deseaba que le diera una oportunidad. Si os soy sincera, quería hacerlo sufrir un poquito, pero luego de ver cómo lo golpeó Nikolay, no me atreví a jugarle una broma y le contesté que sí, loca de felicidad.

El resto del día pasó entre confesiones y otras cosas que nos dejaron anonadados. Gracias a Dios que mi hermano adora a Emiliano no solo como arquitecto sino como cuñado, porque sino no sé qué hubiera sido de él. Nunca me imaginé que lo estimara de esa manera, tampoco me ha dolido que me dijera que solo apreciaba a Fiodor porque lo veía muy soso para mí.

La verdad no se puede comparar a una persona por lo que se siente por ella debido a que hay diferentes clases e intensidades de amor. Hoy por hoy, os puedo asegurar que Fiodor fue mi primer amor y mi primer hombre, y Emiliano, es el amor de mi vida. Es cierto que lo miro diferente que a mi difunto esposo, eso fue desde el primer momento y por eso me sentía tan culpable.

Fiodor fue ese amor bonito, puro, amable y cariñoso que todas deseamos y que no siempre logramos. Lo más seguro es que, si no hubiera fallecido, jamás nos hubiésemos separado porque nos adorábamos y nos amábamos. Sí, lo amaba, pero no de la forma irracional y posesiva como con el italiano.

La pasión, lujuria, celos y todo lo que me despierta Emiliano como querer hacerle cosas obscenas y que me las haga cuando lo veo, no lo tuve con Fiodor. Por eso sé que el italiano es el amor de mi vida y siempre lo será; quiero complacerlo y hacerlo feliz, así como sé que él quiere hacerlo conmigo y esa compenetración es la que consigues con quien realmente es tu otra mitad.

Amo retarlo, contestarle, incitarlo para que me domine, para que me pegue a su cuerpo y me obligue a perderme en esos orbes color cielo que me hacen palpitar y me dejan sin aire cuando me desnuda con ellos. En definitiva... Ailín y Nikolay tienen razón y el italiano me provoca cosas que Fiodor no; y si eso es en estado normal; no quiero imaginarme con las hormonas revueltas. Creo que viviré atada en el cuarto que está detrás de nuestra cama en Chicago.

Te enseñaré lo que es amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora