Narrador Omnisciente
Emiliano se incorporó con una sensación espantosa en su interior, no se imaginó que intentar ser él le sería tan desagradable a Petra. Quería salir corriendo de la casa, no sabía lo que había hecho mal, pero no podía ser un cobarde, ni comportarse como un crío, debía ser un hombre por más dolido que se encontrara.
—Lo lamento, yo... no quise... no lo volveré a hacer... —dijo intentando que el dolor de su alma no se reflejara en sus ojos.
—Por favor, abrázame... Lo siento Emiliano, no podría soportar que mi corazón se rompiese otra vez... —Las palabras de Petra solo confundían más al hombre que comenzaba a sangrar por la herida que creía curada.
—Aquí estoy para lo que quieras y quien lo siente soy yo —se disculpó tragando grueso para controlar las ganas que tenía de gritar al aire lo desdichado que se estaba sintiendo al pensar que ninguna mujer aceptaría su «yo» tierno.
—Te amo tanto... tus toques me hicieron sentir vulnerable, eso fue lo que me enamoró de Fiodor, ¿sabes? Su dulzura y romanticismo hicieron que cayera redondita a sus pies porque nunca me han gustado los hombres toscos, por el contrario, cuanto más peluches, más me agradan... Por favor, no pienses que te comparo con mi difunto esposo, no es así. Me costó mucho reconocer que te amo más de lo que nunca lo amé a él; trataba de enmascarar lo que me hacías sentir pensando en que, lo que me salvaba de ser tu títere y enamorarme como una loca, era que no eras tierno ni cariñoso conmigo.
—Ahora sí no te entiendo nada... —susurró él, intentando descifrar lo que ella le estaba expresando.
—Lo que quiero decir, es que..., en el fondo sabía que si me tratabas con amor sería tu esclava de por vida, por eso lloraba luego de que me tomaras sin tocarme, porque no deseaba reconocer que me encantaba que fueras brusco y hasta salvaje... Pero lo que me estabas haciendo ahora es demasiado para mi cordura; si de verdad has ocultado ser sensible y romántico, no podré vivir sin ti y eso me aterra hasta el punto de querer salir huyendo de tu lado. —La sinceridad de la rusa lo shockeó, no se esperaba sus palabras y eso lo dejó sin poder moverse ni hablar.
Ella se dio cuenta del efecto de su verborrea en él y se maldijo por ser un libro abierto para Emiliano. Estaba confundida, no porque no lo amara, sino porque la idea de perderlo o que la dejara en algún momento al parecerle insípida le quitaba el aire.
Nunca había sido una cobarde, aunque con ese italiano era diferente porque todo le daba miedo. Necesitaba hablar con sus hermanas y cuñada para preguntarles si lo que sentía era normal debido a que esa sensación le desagradaba demasiado. Así y todo, no arruinaría lo que tenía con su jefe.
Se giró subiéndose encima de él y lo besó de una manera que le dejara ver a Emiliano todo el amor que sentía por él. Muchas veces las palabras no salen como uno desea, ni expresan con certeza lo que queremos decir, pero los actos sí; ella quería que él viera su alma, deseaba que le quedara claro que jamás lo defraudaría.
—Vas a matarme princesa... —gimió en su boca.
—Por favor, prometo no volver a llorar... ámame con dulzura... —jadeó en su oído cuando él introdujo la punta de su dedo mayor en su parte trasera.
—Sus deseos son órdenes Milady... —dijo mientras con un movimiento rápido la colocaba debajo de él.
Besó y mordió con suavidad los labios de ella, se deslizó por su cuerpo acariciando, tocando, lamiendo y adorando cada parte de su ser. Petra estaba borracha por el placer que le estaba propinando Emiliano, si amaba que la poseyera con brutalidad, no sabía cómo expresar lo que le provocara que fuera tan afectuoso y delicado.
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Te enseñaré lo que es amar
RomanceEmiliano es un magnate de los negocios; su trabajo es lo único que aplaca sus demonios. Luego de que jugaran con él y le rompieran el corazón de la peor manera, se juró no fiarse de ninguna mujer cerrándose a la posibilidad de volver a amar. Su dulz...