Capítulo 14 - Te enseñaré lo que es amar

236 21 0
                                    

Petra

Verlo irse y tratarme de forma tan fría me había devastado. Jamás pensé que actuaría de esa manera; creí que un poco de celos le daría sabor a nuestra relación haciendo que al fin se decidiera a formalizar conmigo. Por lo que veo... el tiro me salió por la culata.

A mis amigas siempre les funcionaba hacer a sus galanes arder de rabia.

Escuchaba sus historias y luego el cómo eran las reconciliaciones, eso me había hecho tomar la decisión de jugar esa carta. Aunque en este preciso momento veo la realidad y esa es que me equivoqué, Emiliano no es un hombre manipulable. Soy tan inexperta en cuestiones de amor... No sé lo que debo hacer y cuando lo hago, la fastidio.

Con Fiodor no necesité de ningún ardid porque nunca hubo peleas, ni gritos. Tampoco desplantes, celos o discusiones.

Vosotros diréis que era una relación aburrida y sin emoción; la verdad es que, disfrutábamos mucho de esa paz y armonía que reinaba entre los dos.

Éramos muy tranquilos, nos encantaba pasar rato en el sofá abrazados mirando la tele o leyendo. En el sexo nos llevábamos genial, disfrutábamos a tope, aunque no había esa posesividad que Emiliano lleva a otro nivel.

El italiano despierta mis bajos instintos, esos que no pensé que existieran en mí.

En estos momentos me siento asfixiada, quiero correr tras él pero tengo un deber para con Jacob Osmand, por eso no lo dejo plantado. Ante todo hay que ser profesional y no cagarla ni bien empezar.

Las horas pasan y mi agonía se acrecienta, si el italiano se va, no sé lo que voy a hacer. Aunque es pronto, siento muchas cosas que no puedo explicar y deseo experimentar. Si he de llorar por amor, estoy dispuesta a correr el riesgo, porque algo en lo profundo de mi ser me dice que es Emiliano la persona que llenará el vacío que dejó Fiodor, que nadie más que él curará mi alma herida.

—Petra, ¿quieres que acabemos la fiesta en algún otro lugar? —Me pregunta al oído Jacob sacándome de mi ensimismamiento.

—¿Qué...? Ohh..., no, no, no... Jacob, disculpa si te he dado motivos para pensar otra cosa, solo acepté tu invitación por cortesía, nada más —contesto y su cara de desilusión es notoria.

—Perdóname tú a mí por ser tan lanzado, aún no nos conocemos y yo haciéndote propuestas indecentes —me sonrojo ante ese juego de palabras—; a la legua se ve que no eres de esas mujeres fáciles a las que les van los rollos de una noche. Mi idea era cortejarte, me encantas y me gustaría saber hasta dónde podría llegar nuestra relación si me das una oportunidad —expresa y me deja sin habla.

—Me halaga lo que dices pero no puedo aceptar tu propuesta. Mi vida es muy complicada y a la larga terminarías cansándote de lo que me rodea. Además, eres un cliente importante de la empresa y no se vería ético que saliera contigo —aseguro lo más amable posible ocasionando un suspiro de rendición por parte de Jacob.

—Al menos me queda el saber que lo intenté, aunque si cambias de opinión... Ya sabes... —sonríe levantando las cejas como el gran seductor que es.

—Muchas gracias, y si eso llegara a pasar, tranquilo que tengo tu teléfono —contesto despidiéndome porque ya no soporto estar ni un minuto más en esta reunión.

Cojo un taxi y le doy una dirección, obviamente no es la de mi casa sino la de mi jefe. Me importa una mierda que sean las dos de la mañana, Emiliano va a escuchar lo que tengo para decir, le guste o no.

Al llegar al portón principal el guardia de seguridad pregunta qué deseamos a esa hora de la noche; al verme sonríe, me saluda de forma amable y abre la verja para que ingrese. Eso es bueno porque significa que el bruto de mi jefe sigue aquí, o eso espero.

Te enseñaré lo que es amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora