Capítulo 25 Conociendo a los sueños I

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Narrador Omnisciente

Emiliano y Petra salieron de la clínica con una felicidad en sus corazones que no se podía expresar con palabras. Les parecía increíble que, después de tanto dolor, hubiesen encontrado a esa mitad que los complementara llenando el vacío que los consumía. Mucho menos creían que, del fruto de ese amor, ahora una lucecita creciera iluminando sus vidas.

Abrazados como los enamorados que eran caminaron hacia el aparcamiento en donde el equipo de seguridad del italiano los esperaba con las puertas abiertas para que ingresaran. Su jefe ya les había dicho que la siguiente parada sería la casa de sus padres. Respiraron y comenzaron el viaje en silencio, no porque no tuvieran de qué hablar, sino por los nervios que los embargaban.

Cuando los portones de la mansión de Valerio y Allegra Lombardo se abrieron, el corazón de nuestros protagonistas estaba por salirse del pecho. Emiliano sabía que su madre se pondría como loca cuando viera sus heridas, y su padre buscaría al responsable para comenzar una vendetta (venganza) que él sabía no acabaría con éxito para su progenitor.

Al aparcar en la entrada de la casa respiraron profundo antes de abrir la puerta del coche. Emiliano vio cómo su madre y padre salían al portal con alegría ya que hacía meses no lo veían y la última vez que lo hicieron su hijo no estaba muy bien de ánimos que se dijera. Temían perderlo para siempre y por eso se emocionaron al ver su automóvil seguido por los de su séquito de seguridad.

Vergine Santa, che diavolo ti è successo?! (¡¿Virgen santa, ¿qué demonios te ha pasado?!) —chilló su madre al mirar su rostro mientras bajaba con dificultad de la furgoneta.

Giuro su Dio che chi ti ha fatto questo pagherà con la vita!! Ignazio, aiuta mio figlio e dì a Pietro che avrò bisogno dei suoi servizi. (¡¡Juro por dios que quien te haya hecho esto lo pagará con su vida!! Ignazio, ayuda a mi hijo y dile a Pietro que necesitaré de sus servicios). —berreó con furia al ver lo magullado que se encontraba su retoño.

Cuando Valerio acabó de hablar, Petra se estaba asomando para bajar del carro. Los dos jadearon y se quedaron sin palabras porque no habían previsto que Emiliano fuese con una mujer a su casa.

Buon pomeriggio, mi chiamo Petra e sono... (Buenas tardes, mi nombre es Petra y soy...) —quiso decir algo más pero al ver los rostros serios e indescifrables de sus suegros no se animó a terminar lo que tenía en mente.

—Cariño, vamos dentro y allí hacemos las presentaciones oficiales, ¿te parece bien? —interrumpió Emiliano acariciando el rostro de su mujer con tanto amor que sus padres se paralizaron ya que jamás habían conocido ninguna novia de su hijo ni visto despliegues de cariño por parte de él hacia otra mujer.

—Vale... —contestó ella sonrojándose.

Al entrar a la casa fueron directamente al salón y se sentaron en el sofá porque Emiliano no aguantaba mucho de pie. El estrés de pensar que algo le pasaría a su mujer e hijo había agotado todas las fuerzas que pudiera guardar para enfrentar a sus padres y no se sentía capaz de hablar si tenía que hacerlo sobre sus piernas.

—Hijo, necesitas acostarte y descansar. Ya me ocuparé de todo lo referente a tu atentado —dijo Valerio con preocupación por los gestos de dolor que profería su niño.

—Hazle caso a tu padre, lo mejor es que te prepare una habitación... ¿La señorita se quedará contigo? —preguntó Allegra con discreción.

—Nos quedaremos los dos en vuestra casa si no os parece mal. Como no vengo seguido por aquí, en la mansión no tengo personal cualificado para atendernos como se debe y en las condiciones en las que estoy no me siento capaz de contratar a nadie —contestó Emiliano.

Te enseñaré lo que es amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora