Capítulo 20 - El que avisa no es traidor

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Emiliano

Aquí estoy, destrozado al verla salir huyendo con los ojos empañados en lágrimas. Esa no es la mujer que conozco y de la que me he enamorado. La mujer que amo me hubiese dicho de hasta lo que moriría si la juzgo o acuso de algo que no ha hecho.

Su actuar me desconcierta y mucho más el que se haya ido de esa manera dejándome con un sinsabor que me quema las entrañas. ¡Dios...! Voy a volverme loco si no descubro lo que está pasando con mi princesa, porque eso es para mí, muy a mi pesar.

📞 ¡Carlo, dime dónde coño estás! —inquiero secando mis lágrimas con la mano cuando atiende la llamada.

📞 En la clínica de abortos, señor. Estoy comprobando quién fue ingresada para realizarse un legrado —contesta y mi corazón martillea estrepitosamente.

📞 ¡¡¿Puedo saber por qué coño me enviaste unas fotografías sin confirmar su procedencia y veracidad?!! —pregunto fuera de mí.

📞 Lamento el error, señor. Tuve que atender un recado importante y Gabriel se quedó mi teléfono para hacer el seguimiento a la señora e informarle como usted requirió si me tardaba. Pensó que hacía lo correcto. El muchacho es nuevo y le estoy enseñando porque tiene potencial; se precipitó, pero ya lo he amonestado por su error. Por favor, jefe, no lo despida. Si le da una oportunidad será su más grande activo —contesta con pesar y aprieto los puños.

📞 Está bien, Carlo. Si vuelve a ocurrir algo parecido te responsabilizaré directamente a ti y no me gustaría tener que despedirte por la incompetencia de otros. Llevas décadas conmigo, te quiero como a un segundo padre y por eso escucho tus sugerencias y consejos, pero eso se puede acabar si se repite lo de hoy —expongo intentando calmar la rabia que siento por el malentendido con mi morena.

📞 Lo lamento Emiliano. Prometo que no volverá a suceder... Supongo que tu enfado es porque le has reclamado a la señora Petra y se ha puesto como una fiera... —comenta con cautela.

📞 Si se hubiera enfadado sería feliz, su reacción fue salir corriendo sin decirme una palabra. Estoy golpeando la puerta de su apartamento y no me contesta, en la mansión no está; ¡me estoy volviendo loco porque no sé en dónde más buscarla! —Carlo nota mi desesperación y no sabe qué decirme.

📞 Jefe, debo dejarlo porque ha venido la doctora que me explicará por qué su mujer estaba en esta clínica. Cuando acabe me pondré a investigar a dónde ha podido ir con tan poco tiempo de margen y se lo comunico —dice y suspiro.

📞 Estaré esperando tu llamada, y por favor... No me falles, Carlo. —hablo calmando mis ansias y cuelgo la llamada.

«Dónde estás, no me hagas esto pelinegra, no desaparezcas de esta forma de mi vida» —clamo mirando al cielo antes de dirigirme a mi coche para ir a la oficina.

💔💔💔

Pasan las horas y mi nerviosismo se acrecienta. No saber nada de Petra me está consumiendo. He llamado a su amiga Nina pero no me coge el teléfono; supongo que estará con ella y me están ignorando para castigarme por mi error.

Quise hablar con Matt, pero está con un humor de perros. No sé lo que le sucede a mi amigo, desde hace unas semanas lo noto ausente, como si algo le preocupase en demasía. Desde que lo conozco es un hombre frío y no se deja dominar por sentimentalismos.

Algo muy serio debe estarlo afectando para que reaccione como lo está haciendo y no me atrevo a preguntarle si tiene que ver con la bruja de su ex mujer.

Esa se lleva la palma de todas las víboras ponzoñosas, porque si Gianna era una basura, Matilde es la reina de la maldad.

—Señor... —dice Carlo entrando a mi despacho sin tocar la puerta, cosa que me extraña de él.

Te enseñaré lo que es amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora