Petra
Sus labios contra los míos me sabían a gloria. El baile de nuestras lenguas era perfecto; lo justo entre ansiedad, desesperación, posesión y amor. Escucharlo decirme que me amaba me tenía hecha un flan; no imaginaba que esas dos palabras pudieran tener un efecto tan reparador para mi alma.
Mis lágrimas no paraban de caer resbalando hacia nuestras bocas que las recibían como si de un bálsamo se tratara. Mis manos acariciaban su nuca presionando nuestros cuerpos que ardían de deseo.
—Petra —susurró separándose de mí—, perdóname por todo lo que te he hecho y dicho... —concluyó arrodillándose a mis pies sin dejar de mirarme.
—¿Qué?, ¿qué estás haciendo...? —pregunto con mi cerebro nublado por su beso ardiente.
—Te estoy suplicando perdón por ser tan capullo desde que nos conocimos. Tal vez pienses que tu cuñado me ha amenazado y no hay nada más alejado de la realidad... Gianna, mi anterior pareja, me dejó marcado a fuego con todo lo que me hizo; me despreció como si no valiera nada, se burló de mi amor, y no contenta con eso mató a los mellizos que íbamos a tener. —dijo comenzando a llorar y mi corazón se estrujó.
Lo hice levantarse para que fuéramos al sillón a conversar. Me sentía aturdida. Vale que la noche anterior me habían contado algunas cosas que le hizo esa mujer, pero saber de boca de él que no era uno sino dos bebés los que perdió me deja con un nudo en la garganta haciéndome imposible hablar.
—No tienes que contarme nada si no lo deseas —musito cuando puedo emitir sonido alguno.
—Estoy cansado de las mentiras y los secretos. Necesitas saber todo de mí y el por qué soy como soy... —contesta con sus ojos anegados en lágrimas.
—Entonces te escucharé y luego será mi turno de hablar... —digo bajito.
—Desde que cumplí 24 años quise formar una familia. Al ser apuesto, las mujeres no me faltaban; nunca fui un casanova, por el contrario, huía de sexo femenino porque quería entregarme por amor y no por cuestiones biológicas. Mi problema tal vez fue que nunca supe elegir a la chica correcta; durante 10 años intenté encontrar a esa persona especial, pero ellas solo veían en mí a un banco en vez de al hombre que les brindaba apoyo, soporte, comprensión y amor incondicional. De las seis con las que estuve antes de Gianna, cuatro me engañaron con hombres que no tenían ni un céntimo... Ellas me consideraban su financiera personal y vivían como reinas disfrutando de sus amantes y de los lujos que les proporcionaba. Las otras dos gracias a mí, mantenían a sus familias y llegó un momento en que cada día exigían un poquito más de la fortuna que según ellas debía compartir porque no me la gastaría en vida. —explica y mi ira bulle.
—¡Eran unas zorras aprovechadas! —gruño molesta.
—Así y todo, fueron mejores que Gianna. Pasé mucho tiempo solo porque no quería volver a equivocarme, pensaba que en algún momento alguien me amaría por lo que era y no por lo que tenía; me volví a equivocar. Gianna fue la peor de todas... —dijo suspirando con nostalgia.
—Si se puede saber... ¿Dónde la conociste? —pregunté con cautela.
—La conocí en un club nocturno. Ella era la mejor en lo suyo, compartía clientes de dinero, uno de ellos era Patrick. Al principio la vi como una buena amante para desahogarme, pero con el tiempo, comencé a interesarme en su persona y le propuse ayudarla a abandonar esa vida. Como era de esperar, se opuso y me dijo que vivía así porque no tuvo una oportunidad en la vida, le insistí creyéndola sincera hasta que aceptó irse a vivir conmigo. Siempre supe que no me amaba, me quería y por ese cariño pensé que me respetaría. Otra vez me equivoqué. Fui una pieza en su tablero de ajedrez; su objetivo real era Patrick, a quien amaba con locura y por el que estaba dispuesta a todo. Creí cada te quiero, cada promesa que me hizo hasta que, luego de desaparecer, me enteré de todas sus mentiras. Fue muy duro para mí escuchar cómo se burlaba de mi amor; decía que era demasiado dulce y romántico, demasiado «osito» para ella, que quería un hombre dominante, uno que la follara duro y que la hiciera gritar como solo Patrick sabía... —Sus palabras desgarraban mi alma.
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Te enseñaré lo que es amar
RomanceEmiliano es un magnate de los negocios; su trabajo es lo único que aplaca sus demonios. Luego de que jugaran con él y le rompieran el corazón de la peor manera, se juró no fiarse de ninguna mujer cerrándose a la posibilidad de volver a amar. Su dulz...