Llegamos

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Capítulo 35

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Capítulo 35

POV Fernando 

Tuve que convencer a Isabella de usar mi avión privado. Al inicio se negó porque Joseph se negaba, después Michelle lo convenció y terminaron aceptando. Con eso resuelto la verdad ya no había tantos preparativos que arreglar, ya que todos nos quedaríamos en el viñedo de los Castriotti.

Las semanas previas al viaje se pasaron rápido y el día al fin llegó. Llegamos al hangar, Isabella y yo esperamos por Michelle y Joseph unos minutos para finalmente abordar el avión. Cabe destacar que Joseph tenía cara de pocos amigos desde que llegó, Michelle me cae mejor.

-Wow, esta vida de los billonarios tiene sus ventajas. Isabella, ¿tú también tienes un jet privado? - preguntó Michelle.

-No, papá tiene uno.

-Bueno, Isabella es mi esposa, así que este también es suyo.

-Es un desperdicio de combustible - dijo Joseph.

-Puedes verlo de esa manera Joseph, pero para mí es de utilidad. Viajo bastante por negocios y es tedioso tener que buscar vuelos, algunas veces no son directos y hay que hacer escalas. Mi tiempo es dinero, por eso un jet me ayuda a ahorrar tiempo, lo que se traduce en dinero, y claro, también aprovecho a usarlo por placer, como ahora.

-A mí no me molesta que usemos tu jet - dijo Michelle.

-Bueno, creo que sería mejor si subimos de una vez.

Todos subieron al jet. Los asientos son de lujo, reclinables, súper cómodos, además se pueden adaptar para transformarse en camas, me gusta viajar cómodo así que no escatime en este avión. Tomamos nuestros lugares.

Isabella y yo nos sentamos uno al lado del otro y Joseph y Michelle al otro lado del pasillo uno frente al otro. El asiento que Joseph eligió queda casi frente a nosotros. El vuelo no sería tan largo, pero sí unas 12 horas en el aire.

El avión despegó. Mientras yo iba trabajando en mi computadora, sentí que Isabella se recostó en mi hombro, nuestra diferencia de estatura es muy evidente, así que noté que no estaba cómoda.

-Oye, ven aquí - le dije.

Hice a un lado mi computadora y recliné un poco el asiento y la senté en mis piernas. No tardó en acurrucarse en mi pecho mientras la cubría con una manta, pude ver la mirada de enojo de Joseph y yo le sonreí. Realmente esto no lo planeé, pero salió bien y no pude evitar sonreír. Puse una de mis manos en la cintura de Isabella y la otra en sus piernas.

La primera vez que hice eso por ella, se puso tensa, a pesar de que su papá y su hermano la quieren y la cuidan mucho, ella creció prácticamente con extraños en un internado y cuando estaba en casa sus niñeras se encargaban de ella. No estaba acostumbrada a esas pequeñas muestras de cariño, ella es una mujer decidida, fuerte y a algunos les puede parecer fría, pero a mí me parece tierna, tímida y frágil de cierto modo que no puedo evitar protegerla. Ahora cada vez que tiene un mal día o hemos discutido, ella busca su lugar en mi regazo, ya no se pone tensa ni dudosa cuando le pido que se siente en mis piernas. Es como una niña pequeña cuando lo hace. Es mi niña.

Mi niñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora