Muchos podrán pensar que mi vida fue privilegiada, pero no todo fue color de rosas para mí. Mi madre falleció cuando yo apenas tenía dos años, mi padre y mi hermano mayor no se sintieron capaces de criarme y me enviaron a un internado desde muy temp...
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Capítulo 36
Después de salir del baño con Fernando nos vestimos y bajamos a cenar.
-Espero estén a gusto - nos preguntó mi tía.
-Muy a gusto, doña Concepción - contestó Fernando con una sonrisa llena de picardía mientras tocaba mi pierna - Por cierto, la cena está exquisita, al igual que el vino.
-Gracias, con la cena me ayudó Elisa, a ella le encanta cocinar y el vino es de este viñedo, pueden tomar todo lo que quieran. Por cierto, Isabella, ¿irán mañana a la ciudad?
-Sí, tía, quiero mostrarles la ciudad, ir de compras y a la playa.
-Tu auto está listo, mi niña.
-Valentino... ¿No nos quieres acompañar?
-Pequeña, sabes que me encanta pasar tiempo contigo, pero la cosecha se acerca y hay un montón de cosas que preparar, pero te prometo que los alcanzo en la tarde.
-Está bien.
Seguimos platicando durante toda la cena y contándole a Fernando anécdotas de mis días en Sicilia. Mi tía y Valentino parece que se propusieron avergonzarme.
Cómo estábamos muy cansados por el viaje, decidimos ir a dormir después de cenar.
-¿Eres más abierta con ellos que incluso con Giovanni? - dijo Fernando una vez que estábamos solos en la habitación.
-Bueno, Giovanni es una persona muy seria, siempre lo ha sido, Valentino es todo lo contrario y mi tía siempre ha sido tan amorosa, es casi imposible no abrirse con ellos, me hacen sentir muy cómoda.
-No te agrada tanto Elisa, ¿cierto? Casi no hablas con ella.
-Bueno, hemos tenido nuestros problemas desde siempre, no es que seamos cercanas.
Me acosté al lado de Fernando, él me abrazó y no tardé mucho en quedarme dormida.
A la mañana siguiente me desperté y Fernando no estaba en la habitación, así que me bañé, me vestí y bajé. Lo encontré en la cocina platicando con mi tía y con Elisa, los demás también estaban ahí, pero Elisa al parecer solo tenía ojos para Fernando, no dejaba de sonreírle y coquetearle.
-Buenos días - dije al entrar y me senté al lado de Fernando, quien me dio un beso en la frente.
-Isabella, por fin bajaste, pensé que te quedarías en la habitación todo el día - dijo Elisa.
-Bueno, aún es temprano y estoy de vacaciones, creo que levantarme un poco tarde está permitido, ¿no?
-Sí, pero recuerda que viniste con tu esposo, deberías de atenderlo mejor, hacerle el desayuno, lo mínimo que una buena esposa debería de hacer.
-Elisa... - dijo mi tía.
-¿Qué? ¿Dije algo malo?
-No, para nada Elisa. Tranquila tía, yo realmente no sé cocinar y Fernando lo entiende.